i Digitized by the Internet Archive in 2010 with funding from University of Toronto http://www.archive.org/details/amadonervosusmejOOnerv 1 — Ñervo AMADO ÑERVO sus MEJORES POEMAS ^' >oJ / \ K ^ AMADO ÑERVO sus MEJORES P O E MAS:: selección DE EDUARDO BARRIOS y ROBERTO MEZA FUENTES <^>; ^/^'^'^^ /UK^M :^r^ A 'vAvV>^ A.>0 EDITORIAL NASCIMENTO AHUMADA 272 :-: CASILLA 2298 SANTIAGO DE CHILE '3^^^t^ *-„- J ES PROPIEDAD 75-97 ñ5 Ai Impreso en los Talleres de la Editorial Nascimento - Arturo Prat 1430 HABLA EL POETA Nací en Tepíc, pequeña ciudad de la costa del Pacífico, el 27 de Agosto de 1870. Mi apellido es Ruiz de Ñervo; mi padre lo modificó enco- giéndolo. Se llamaba Amado y me dio su nom- bre. Resulté, pues, Amado Ñervo, y esto que parecía seudónimo — así lo creyeron muchos en América — y que en todo caso era raro, me valió quizá no poco para mi fortuna literaria. ¡Quién sabe cuál habría sido mi suerte con el Ruiz de Ñervo ancestral, o si me hubiese llamado Pérez y Pérez! Empecé a escribir siendo muy niño, y en cierta ocasión una hermana mía encontró mis versos, hechos a hurtadillas, y los leyó en el comedor a toda la familia reunida. Yo escapé a un rincón. Mi padre frunció el ceño. «Y eso fué todo». Un poco más de rigidez y escapo para siempre. Hoy sería quizá un hombre práctico. Habría ama- sado una fortuna con el dinero de los demás, y mi honorabilidad y seriedad me abrirían todos los caminos. Pero mi padre sólo frunció el ceño.. . 8 A 7)1 a d o Ñervo Por lo demás, mi madre escribía también versos, y también a hurtadillas. Su sexo y sus grandes dolores la salvaron a tiempo, y murió sin saber que tenía talento: ahora lo habrá descubierto con una sonrisa piadosa,,. No he tenido ni tengo tendencia alguna litera- ria especial. Escribo como me place. Según el «spiritus qui fíat ubi vult». No sostengo más que una escuela: la de mi honda y perenne since- ridad. He hecho innumerables cosas malas, en prosa y verso; y algunas buenas; pero sé cuáles son unas y otras. Si hubiese sido rico no habría hecho más que las buenas, y acaso hoy sólo se tendría de mí un pequeño libro de arte cons- ciente, libre y altivo, ¡No se pudo! Era preciso vivir en un país donde casi nadie leía libros, y la única forma de difusión estaba constituida por el periódico. De todas las cosas que más me duelen es ésa la que me duele más: el libro, breve y precioso, que la vida no me dejó es- cribir: el «libro libre» y único. ^Zc<^-9<¡' ^!=^ <>^^ ^ £"€^0^1^^ AMADO ÑERVO Amado es la palabra que en querer se concreta, Ñervo es la vibración de los nervios del mal: bendita sea y pura la canción del poeta, que lanzó sin pensar su frase de cristal. Fraile de los suspiros, celeste anacoreta que tienes en blancura T azúcar y la sal: muéstrame el lirio puro que sigues en la veta, y hazme escuchar el eco de tu alma sideral. Generoso y sutil como una mariposa, encuentra en mí la miel de lo que soy capaz, y goza en mí la dulce fragancia de la rosa. No busques en mi gestos el alma de mi faz: quiere lo que se aquieta, busca lo que reposa, y ten como una joya la perla de la Paz. Rubén Darío. ^ PERLAS NEGRAS ¿POR QUÉ TAN GRAVE LA MUCHACHITA? ¿Por qué tan grave la muchachita? ¿Por qué los goces del juego evita? ¿Por qué se oculta y, en un rincón, el más sombrío d'estancia aislada, gime sólita y acurrucada, como paloma sin su pichón? ¿Perdió su rorro grande, que dice: «papá »? L' ausencia de Berenice, su dulce amiga, ¿le causa afán? ¿Sufrió el regaño de adusta abuela, o pena acaso porque a la escuela mañana mismo la llevarán? ¡Ay! Es que ha muerto su hermosa gata, cuyo bigote — púas de plata — cien y cien veces acarició; la de albo pelo, mayar sonoro, Sus mejores p o e m as 11 ojos muy verdes, vetados de oro, ¡la « R e m o n o n a » que tanto amó! Por eso pena la muchachita, por eso el goce pueril evita, odia el bullicio, y en un rincón, el más sombrío d' estancia aislada, gime sólita y acurrucada como paloma sin su pichón. YA LA NOCHE SE ACERCA Ya la noche se acerca, la hermosa reina nubia de castas pupilas; la que boga en su esquife de plata remolcado por negra cuadriga. Ya preludian su «trémolo» flébil, en las verdes palmeras, las brisas. Cayó el sol como rosa de fuego en las glaucas llanuras marinas; y volvieron las blancas gaviotas a las rocas, que yerguen altivas, erizadas de agujas, sus moles, recortando l'azul lejanía. 12 Amado N Bésame, frente al mar, frente al cielo en que vago crespúsculo brilla; en presencia de Dios que bendice el connubio de tu alma y la mía. El creó en nuestros pechos, que laten hoy tan juntos, la llama purísima del amor que ha dictado mis versos, del amor que resume tu vida. Bésame, cual la ola a la playa, cual los astros al mar, cual las brisas a la palma de lacios cabellos; bésame, desposada divina. Mientras abren sus cálices de o^o las estrellas, que son margaritas del celeste jardín, que los ángeles con sus manos de nieve cultivan. Bésame, mientras reinan las sombras que en sus pliegues nos traen la dicha, mientras baten sus alas los sueños, mientras pueblan el bosque las ninfas, y Deméter con hondos espasmos de placer inefable palpita. Sus 771 e j o r e s poemas 13 EN RICA ESTANCIA DE ARISTOCRÁTICA... En rica estancia de aristocrática mansión, en lecho de pompa asiática, donde el dorado blasón que expresa antiguas glorias, luce su brillo, duerme a sus anchas un falderillo: el falderillo de la condesa. En la magnífica chimenea un blando fuego chisporrotea; afuera el cierzo sus alas mueve, y cual vellones desparramados van descendiendo por los tejados innumerables copos de nieve. La tarde muere, la luz fenece, la estancia en honda quietud, parece cripta en que el ruido mundano cesa; sólo se escuchan, en ocasiones, las compasadas respiraciones del falderillo de la condesa. Un rapazuelo, de cuerpo escuálido, de tristes ojos, de rostro pálido. 14 Amado N e rasca las cuerdas de su violín frente a los muros de aquella casa: ¡música inútil! la gente pasa sin dar socorros al serafín. En tanto el cierzo silba y se queja; el pobre niño de tocar deja; llora y a nadie su llanto mueve; en vano empuja con mano incierta de la morada condal la puerta, y se desploma sobre la nieve! Cuando despunta la luz primera, desciende un rayo sobre la acera, al niño muerto besa en la frente, presta matices a sus cabellos y luego forma por cima de ellos una corona resplandeciente. Otro rayito de la mañana entra riendo por la ventana del rico alcázar, y con traviesa luz, qne cascada de oro remeda, baña los rizos de blanca seda del falderillo de la condesa... S'u s mejores poemas 15 ALLEGRO VIVACE Oye, neurótica enlutada, oye, la orquesta desmayada preludia un vals en el salón; de luz la estancia está inundada, de luz también el corazón. ¡Ronda fantástica iniciemos! El vals es vértigo: ¡valsemos! ¡que viva el vértigo, mujer! Es un malstrom: encontraremos en su vorágine el placer. Valsar, girar, ¡qué bello es eso! Valsar, girar, perder el seso, hacia el abismo resbalar, en la pendiente darse un beso, morir después... Valsar, girar... Paolo, tu culpa romancesca viene a mi espíritu; Francesca, unida siempre a Paolo vas... ¡Impúlsanos, funambulesca ronda! ¡más vivo! ¡mucho más! ... 16 Amado N Valsar, girar, ¡qué bello es eso! Valsar, girar, perder el seso, hacia el abismo resbalar, en la pendiente darse un beso, morir después: valsar, girar... CUANDO EL SOL VIBRA SU RAYO.., Cuando el sol vibra su rayo de oro vivo, de oro intenso, de la tarde en el desmayo; cuando el sol vibra su rayo, ¡pienso! Pienso en tí, la Deseada que mi amor buscando va con nostálgica mirada; pienso en tí, la Deseada, y pregunto: «¿no vendrá?» Cuando estoy febricitante en los brazos del Ensueño que me lleva muy distante; cuando estoy febricitante, ¡sueño! Sus mejores poemas 17 Sueño en hombros fraternales donde al fin reposarán mis cansados ideales; sueño en hombros fraternales y pregunto: «¿no vendrán?» Cuando estoy enfermo y triste y es inútil mi reclamo porque al fin tú no viniste; cuando estoy enfermo y triste, jamo! Amo el beso de la Muerte, que mañana entumirá mi avidez por conocerte; amo el beso de la Muerte y me digo: «¡ s í v e n d r á !» POEMAS L A-H AUT... Cómo olvidar la cauda de sus cabellos blondos! cómo olvidar su frente nevada y misteriosa! cómo olvidar sus ojos tan tristes y tan hondos, que siempre parecían pensar en otra cosa... Cómo olvidar lo inmenso de su melancolía! La vida no le daba más que nostalgia y ceños: — «Yo soy la desterrada perenne, me decía, mi patria es un planeta que miro mucho en sueños.» «jAdónde iré en la tierra que no esté pesarosa! Ya todos los caminos conocen mi coturno; yo soy como un instinto que espera alguna cosa, yo escruto el horizonte como romera ansiosa que aguarda en las riberas del piélago su turno.» Sus mejores poemas 19 «Ha tanto tiempo ¡tanto! que yerro distraída pidiendo en extranjeros idiomas hospedaje, sin que al llegar me digan jamás: «Sé bien venida», sin que al partir me digan: «Que tengas un buen viaje.» «¿Por qué no me refugias en tu alma de vidente? Me han dicho que los astros su luz copian en ella: si dejas que yo asome la faz como a una fuente, quién sabe si en las noches veré pasar mi estrella!» «Devuélveme a mis santas riberas, a mis lagos de amatista, a mi pálida estrella silenciosa.» ¡Cómo olvidar sus ojos tan tristes y tan vagos, que siempre parecían pensar en otra cosa! LA HERMANA MELANCOLÍA En un convento vivía una monja que pasaba por santa, y que se llamaba la hermana Melancolía: fruto de savia tardía que olvidó la primavera su rostro de lirio era, y sus pupilas umbrosas dos nocturnas mariposas en ese lirio de cera. 20 Amado N e r v Nadie la vio sonreir, porque quiso, en su entereza, ennoblecer de tristeza la ignominia de vivir; tan sólo cuando, al morir, miró la faz del Señor, arrojando su dolor como se arroja una cruz, mostró en su frente la luz de un relámpago de amor. Y aquella monja sombría que nunca se sonrió, cuando en su cripta durmió sonreía, sonreía... Hermana Melancolía: dame que siga tus huellas, dame la gloria de aquellas tristezas, ¡oh taciturna! Yo soy un alma nocturna que quiere tener estrellas. MADRIGAL HETERODOXO Deja que mi canto brote para ti como un arrullo s u s mejores poemas 21 y en tu redor vibre y flote. Depon, marquesa hugonote, tu austeridad y tu orgullo. Soy hidalgo, amarte puedo si eres hidalga también: mis mayores con denuedo siguieron a Godofredo luchando en Jerusalén. Si tú entre las damas sueles preponderar, vive Dios, yo privo entre los donceles; si ostentas muchos cuarteles yo tengo sesenta y dos. ¿Que tu padre combatió con el mío y se dañaron de diverso fin en pro? ¡Pues amémonos tú y yo después que ellos se mataron! ¿Temes que el mundo publique nuestro idilio, murmurando? Pues yo diré a quien critique: También el rey don Enrique amó a las del otro bando. Y frente al primo de Guisa, al ir de Lutecia en pos, 22 Amado Ñervo dijo con cierta sonrisa: «París bien vale una misa...» Tú, marquesa, vales dos! Vamos, concede que brote la voz de mi plectro cólico y en tu redor vibre y flote... ¡Piedad, marquesa hugonote, para este bardo católico! TENUE Un eco muy lejano, un eco muy discreto, un eco muy suave: el fantasma de un eco... Un suspiro muy débil, un suspiro muy íntimo, un suspiro muy blando: la sombra de un suspiro.. Un perfume muy vago, un perfume muy dulce, un perfume muy leve: el alma de un perfume. I Sus mejores poemas 23 son los signos extraños que anuncian la presencia inefable de «L u m e n». Ay de mí si no advierto el eco tan lejano, el suspiro tan íntimo, el perfume tan vago: «L u m e n» vuelve a ser hebra de luna, diluyéndose toda en un rayo! ANDRÓGINO Por ti, por ti clamaba cuando surgiste, infernal arquetipo, del hondo Erebo, con tus neutros encantos, tu faz de efebo, tus senos «pectorales», y a mí viniste. Sombra y luz, yema y polen a un tiempo fuiste, despertando en las almas el crimen nuevo, ya con virilidades de dios mancebo, ya con mustios halagos de mujer triste. Yo te amé porque, a trueque de ingenuas gracias, tenías las supremas aristocracias: 24 Amado N e ♦ sangre azul, alma huraña, vientre infecundo; porque sabías mucho y amabas poco, y eras síntesis rara de un siglo loco y floración malsana de un viejo mundo. AYER Con tres genuflexiones los teuctlis abordaron el trono; cada teucli llevaba su tesoro: «Señor, mi Señor», luego «gran Señor», exclamaron y fuéronse, agitando las arracadas de oro. (Era la fiesta santa de Quetzalcoatl.) Llegaron después doncellas brunas diciendo eximio coro, y frente al rey sañudo cien músicos vibraron el teponaxtle, el huehuetl y el caracol sonoro. (Era la fiesta santa de Quetzalcoatl.) Reía el pueblo. El Rey en tanto, — sin brillo la sombría mirada inmensa, como dos noches sin estrellas, — pensaba en el augurio fatal del «Dios Serpiente»: «Y entonces, en un vuelo de naves del Oriente, vendrán los hombres blancos, que matan con centellas.» Sus mejores poemas 25 EL VIEJO SÁTIRO En el tronco de sepia de una encina que lujuriosa floración reviste, un sátiro senil, débil y triste, con gesto fatigado se reclina. Ya murió para él la venusina estación, Afrodita no le asiste ni le quieren las ninfas... ya no existe el placer, y la atrofia se avecina. Sin estímulos ya, sin ilusiones, apoya entre los dedos los pitones, encoge las pezuñas, con marasmo entrecierra los ojos verde umbrío, y pasa por su rostro de cabrío, el tedio de una vida sin espasmo. SONETINO Alba en sonrojos tu faz parece: ¡no abras los ojos, porque anochece! 26 . A m a d o N Cierra — si enojos la luz te ofrece — los labios rojos, ¡porque amanece! Sombra en derroches, luz: ¡sois bien mías! Ojos obscuros: ¡muy buenas noches! Labios maduros: ¡muy buenos días! LA AMADA Arroyo de cristales bullidores que finges, al correr entre las gramas, hidra inmensa de nítidas escamas, clarosonante ruta de colores: Campiñas en que vagan los olores del anís, del tomillo y las retamas: nidos que desgranáis entre las ramas vuestros trémulos cánticos de amores: Sabed que soy feliz, pues fui querida; que en una hora de amor viví una vida, y que a todos los vientos que encontrare Sus mejores poemas 27 un mensaje daré para el amado: ¡Oh, viento, gran suspiro perfumado, «olvídeme de mí si le olvidare!» EL AMADO Mientras tú estabas lejos del Esposo, fué perenne espejismo del sentido tu nombre, que es arrullo en el oído y en los labios almíbar deleitoso. A causa del aroma delicioso que tienes en los labios escondido, tu nombre es un aroma difundido por las alas del viento nemoroso. Oh, vuelve a mí; te aspiraré anhelante cual saquito de mirra perfumada, Sulamita gentil (aunque morena porque el sol ha mirado tu semblante). (1) Ven a mí: ya te aguarda en la majada, modulando sus églogas, mi avena. (1) I. Cant. de los cant. 28 Amado N e r v LA HERMANA AGUA (DE LOS POEMAS PANTEÍSTAS) Hermana Agua, alabemos al Señor. (Espíritu de San Francisco de Asís) A QUIEN VA A LEER Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba, que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! Y, sin embargo, esas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros. El alma del Agua me ha hablado en la sombra, — el alma santa del Agua — , y yo la he oído con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: «ser dócil, ser cris- talino: ésta es la ley y los profetas»; y tales páginas han formado un poema. Yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de «S o r A q u a», y éste será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de Dios. Sus mejores poemas 29 EL AGUA QUE CORRE BAJO LA TIERRA Yo canto al Cielo porque mis linfas ignoradas hacen que fructifiquen las savias; las llanadas, los sotos y las lomas por mí tienen frescura. Nadie me mira, nadie; mas mi corriente obscura se regocija luego que llega primavera, porque si dentro hay sombras, hay muchos tallos fuera. Los gérmenes conocen mi beso cuando anidan bajo la tierra, y luego que son flores me olvidan. Lejos de sus raíces las corolas felices no se acuerdan del agua que regó sus raíces... ¡Qué importa! yo alabanzas digo a Dios con voz suave. La flor no sabe nada, ¡pero el Señor sí sabe! Yo canto a Dios corriendo por mi ignoto sendero, dichosa de antemano; porque seré venero ante la vara mágica de Moisés; porque un día vendrán las caravanas hacia la linfa mía; porque mis aguas dulces, mientras que la sed matan, el rosto beatífico del sediento retratan sobre el fondo del cielo, que en los cristales yerra; porque copiando el cielo lo traslado a la tierra, y así el creyente triste que en él su dicha fragua, bebe, al beberme, él cielo que palpita en mi agua, y como en ese cielo brillan estrellas bellas, el hombre que me bebe comulga con estrellas. 30 Amado N e r Yo alabo al Señor bueno porque, con la infinita pedrería que encuentro de fuegos policromos, forjo en las misteriosas grutas la estalactita, pórtico del alcázar de ensueño de los gnomos; porque en ocultos senos de la caverna umbría doy de beber al monstruo que tiene miedo al día. jQué importa que mi vida bajo la tierra acabe! Los hombres no lo saben, pero Dios sí lo sabe. Así me dijo el Agua que discurre por los antros, y yo: — Agua hermana, bendigamos a Dios. EL AGUA QUE CORRE SOBRE LA TIERRA Yo alabo al cielo porque me brindó en sus amores para mi fondo gemas, para mi margen flores; porque cuando la roca me muerde y me maltrata, hay en mi sangre (espuma) filigranas de plata; porque cuando al abismo ruedo en un cataclismo, adorno de arco iris triunfales el abismo, y el rocío que salta de mis espumas blancas riega las florecitas que esmaltan las barrancas; porque a través del cauce llevando mi caudal, soy un camino que anda, como dijo Pascal; porque en mi gran llanura donde la brisa vuela, deslízanse los élitros nevados de la vela; porque en mi azul espalda que la quilla acuchilla, mezo, aduermo y soporto la audacia de la quilla, S u s m e j o r e s ]) o e m a s 31 mientras que no conturba mis ondas el Dios fuerte, a fin de que originen catástrofes de muerte, y la onda que arrulla sea onda que hiere... ¡Quién sabe los desig^nios de Dios que así lo quiere! Yo alabo al cielo porque en mi vida errabunda soy Niágara que truena, soy Nilo que fecunda, maelstroom de remolino fatal, o golfo amigo; porque, mar, di la vida, y, diluvio, el castigo. Docilidad inmensa tengo para mi dueño: El me dice «Anda», y ando; «Despéñate», y despeño mis aguas en la sima de roca, que da espanto; y canto cuando corro, y al despeñarme canto, y cantando mi linfa, tormentas o iris fragua, fiel al Señor... — Loemos a Dios, hermana Agua. LA NIEVE Yo soy la movediza perenne; nunca dura en mí una forma; pronto mi ser se transfigura, y ya entre guijas de ónix cantando peregrino, ya en témpanos helados, detengo mi camino, ya vuelo por los aires trocándome en vapores, ya soy iris en polvo de todos los colores o rocío que asciende, o aguacero que llueve... Mas Dios también me ha dado la albura de la nieve, 32 Amado N e r v la albura de la nieve enigmática y fría que cae de los cielos como una eucaristía, que por los puntiagudos techos resbala leda y que cuando la pisan cruje como la seda. Cayendo silenciosa, de blanco al mundo arropo. Subí a la altura niebla, desciendo al suelo copo; subí gris de los lagos que la quietud estanca, y bajo blanca al mundo... ¡Oh, qué bello es ser blancal ¿Por qué soy blanca? En premio del sacrificio mío, porque tirito para que nadie tenga frío, porque mi lino todos los fríos almacena jy Dios me torna blanca por haber sido buena! ¿Verdad que es llevadera la palma del martirio así? Yo caigo como los pétalos de un lirio de lo alto, y no pudiendo cantar mi canción pura con murmurios de linfa, la canto con blancura. La nitidez es ruego, la albura es himno santo; ser blanca es orar; siendo yo, pues, blanca, oro y canto. Ser luminosa es otro de los cantos mejores: ¿no ves que las estrellas salmodian con fulgores? Por eso el rey poeta dijo en himno de amor: «El firmamento narra la gloria del Señor.» Sé tú como la Nieve que inmaculada llueve. Y yo clamé: — Alabemos a Dios, hermana Nieve. S u s mejores p o e m a s 3¿ EL HIELO Para cubrir los peces del fondo, que agonizan de frío, mis piadosas ondas se cristalizan, y yo, la inquietüela, cuyo perenne móvil es variar, enmudezco, me aduermo, quedo inmóvil. ¡Ah! Tú no sabes cómo padezco nostalgia de sol bajo esa blanca sábana siempre fría! Tú no sabes la angustia de la ola que inmola sus ritmos ondulantes de mujer, — su sonrisa — , al frío, y que se vuelve — mujer de Loth — banquisa: ser banquisa es ser como la estatua de la ola. Tú ignoras esa angustia; mas yo no me rebelo, y ansiosa de que en todo mi Dios sea loado, desprendo radiaciones al bloque de mi hielo, y en vez de azul oleaje soy témpano azulado. Mis crestas en las noches del polo son fanales, reflejo el rosa de las auroras boreales, la luz convaleciente del sol, y con deleite de Seraphita, yergo mi cristalina roca por donde trepan lentos los morsos y la foca, seguidos de lapones hambrientos de su aceite... ¿Ya ves cómo se acata la voluntad del cielo? Y yo recé: — Loemos a Dios, hermano Hielo. EL GRANIZO ¡Tin tin, tin tin! Yo caigo del cielo, en insensato redoble al campo y todos los céspedes maltrato. 34 A 7n a d o N e r v ¡Tin tin! ¡Muy buenas tardes, mi hermana la pradera! Poeta, buenas tardes, ¡ábreme tu vidriera! Soy diáfano y geométrico, tengo esmalte y blancura tan finos y suaves como una dentadura, y en un derroche de ópalos blancos me multiplico. La linfa canta, el copo cruje, yo... yo repico! Tin tin, tin tin, mi torre es la nube ideal, ¡oye mis campanitas de límpido cristal! La nieve es triste, el agua turbulenta, yo sin ventura, soy un loco de atar, tin tin, tin tin! ¿...Censuras? No por cierto, no merezco censuras; las tardes calurosas por mí tienen frescuras, yo lucho con el hálito rabioso del verano y soy bello... — Loemos a Dios, Granizo hermano. EL VAPOR El Vapor es el alma del agua, hermano mío, así como sonrisa del agua es el rocío, y el lago sus miradas y su pensar la fuente; sus lágrimas, la lluvia; su impaciencia, el torrente, y los ríos sus brazos; su cuerpo, la llanada sin coto de los mares, y las olas sus senos; su frente, las neveras de los montes serenos, y sus cabellos de oro líquido, la cascada. Yo soy alma del agua, y el alma siempre sube: las transfiguraciones de esa alma son la nube, su Tabor es la tarde real que la empurpura: b u s m e j o r e s poemas 35 como el agua fué buena, su Dios la transfigura... Y ya es el albo copo que en el azul ríela, ya la zona de fuego, que parece una estela, ya el divino castillo de nácar, ya el plumaje de un pavo hecho de piedras preciosas, ya el encaje de un abanico inmenso, ya el cráter que fulgura... Como el agua fué buena, su Dios la transfigura. — ¡Dios! Dios siempre en tus labios está como en un templo, Dios, siempre Dios... ¡en cambio yo nunca le contemplo! ¿Por qué si Dios existe no deja ver sus huellas, por qué taimadamente se esconde a nuestro anhelo, por qué no se halla escrito su nombre con estrellas en medio del esmalte magnífico del cielo? — Poeta, es que lo buscas con la ensoberbecida ciencia, que exige pruebas y cifras al abismo... Asómate a las fuentes obscuras de tu vida, y allí verás su rostro: tu Dios está en ti mismo. Busca el silencio y ora: tu Dios execra el grito; busca la sombra y oye: tu Dios habla en lo arcano; depon tu gran penacho de orgullo y de delito... — Ya está. — ¿Qué ves ahora? — La faz del Infinito. — ¿Y eres feliz? — Loemos a Dios, Vapor hermano. 86 Amado N e r v L A B R U M A La Bruma es el ensueño del agua, que se esfuma en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la Bruma! La Bruma es el ensueño del agua, y en su empeño de inmaterializarse lo vuelve todo ensueño. A través de su velo mirífico, parece como que la materia brutal se desvanece: la torre es un fantasma de vaguedad que pasma; todo en su blonda envuelto, se convierte en fantasma, y el mismo hombre que cruza por su zona quieta se convierte en fantasma, es decir, en silueta. La Bruma es el ensueño del agua, que se esfuma en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la Bruma, de la Bruma que sueña con la aurora lejana! Y yo dije: — ¡Ensalcemos a Dios, oh Bruma hermanal LAS VOCES DEL AGUA — Mi gota busca entrañas de roca y las perfora. — En mí flota el aceite que en los santuarios vela. — Por mí raya el milagro de la locomotora la pauta de los rieles. — Yo pinto la acuarela, — Mi bruma y tus recuerdos son por extraño moda gemelos; ¿no ves cómo lo divinizan todo? — Yo presto vibraciones de flautas prodigiosas a los vasos de vidrio. — Soy triaca y enfermera en las modernas clínicas. — Y yo, sobre las rosas, turiferario santo del alba en primavera. Sus mejores p o e m a s 37 — Soy pródiga de fuerza motriz en mi caída. — Yo escarcho los ramajes. — Yo en tiempos muy remotos di un canto a las sirenas. — Yo, cuando estoy dormida, sueño sueños azules, y esos sueños son lotos. — Poeta, que por gracia del cielo nos conoces, ¿no cantas con nosotras? — Sí canto, hermanas Voces. EL AGUA MULTIFORME «El agua toma siempre la forma de los vasos que la contienen», dicen las ciencias que mis pasos atisban.y pretenden analizarme en vano: yo soy la resignada por excelencia, hermano. ¿No ves que a cada instante mi forma se aniquila? Hoy soy torrente inquieto y ayer fui agua tranquila; hoy soy, en vaso esférico, redonda; ayer, apenas me mostraba cilindrica en las ánforas plenas, y así pitagorizo mi ser, hora tras hora: hielo, corriente, niebla, vapor que el día dora, todo lo soy, y a todo me pliego en cuanto cabe; ¡Los hombres no lo saben, pero Dios sí lo sabe! ¡Por qué tú te rebelas! ¡Por qué tu ánimo agitas! ¡Tonto! ¡Si comprendieras las dichas infinitas de plegarse a los fines del Señor que nos rige! ¿Qué quieres? ¿Por qué sufres? ¿Qué sueñas? ¿Qué te aflige? ¡hnaginaciones que se extinguen en cuanto aparecen... En cambio yo canto, canto, canto! Canto mientras tú penas, la voluntad ignota; 38 A m a d o N e r v canto cuando soy linfa; canto cuando soy gota, y al ir, Proteo extraño, de mi destino en pos, murmuro: — ¡Que se cumpla la santa ley de Dios! ¡Por qué tantos anhelos sin rumbo tu alma fragua! ¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua; sé como el agua, llena de oblación y heroísmo, sangre en el cáliz, gracia de Dios en el bautismo; sé como el agua, dócil a la ley infinita, que reza en las iglesias en donde está bendita, y en el estanque arrulla meciendo la piragua. ¿Pretendes ser dichoso? Pues bien: sé como el agua; viste cantando el traje de que el Señor te viste, ,. y no estés triste nunca, que es pecado estar triste. Deja que en ti se cumplan los fines de la vida; sé declive, no roca; transfórmate y anida donde al Señor le plazca, y al ir del fin en pos, murmura: ¡Que se cumpla la santa ley de Dios! Lograrás, si lo hicieres así, magno tesoro de bienes: si eres bruma, serás bruma de oro; si eres nube, la tarde te dará su arrebol si eres fuente, en tu seno verás temblando al sol; tendrán filetes de ámbar tus ondas, si laguna eres, y si océano, te plateará la luna. Si eres torrente, espuma tendrás tornasolada, y una crencha de arco iris en flor, si eres cascada. * Sus mejores p o e m a s 89 Así me dijo el Agua con místico reproche, y yo, rendido al santo consejo de la Maga, sabiendo que es el Padre quien habla entre la noche, clamé con el Apóstol: — «S eñor ¿qué quieres que haga?» París, Enero de 1901. EL ÉXODO Y LAS FLORES DEL CAMINO PRIMERA PAGINA El mar es más constante que yo; las nubes rojas del orto más que mi alma conservan su vestido; yo tengo la impaciencia perenne de las hojas; mi amor es un eterno gemelo de mi olvido. Mi mente es un espejo rebelde a toda huella; mi anhelo es una pluma funámbula, donaire del viento; el aerolito que cae, esa es mi estrella; mis goces y mis penas son trazos en el aire. El ansia del misterio me agita y desespera; jinete en mis pegasos o nauta en mi galera, corriendo voy tras todo señuelo que lo finge; mi hermana la cigüeña me ha visto dondequiera que el rojo sol proyecta la mitra de la esfinge. Sus mejores p o e m as 41 Amo unos ojos mientras que su matiz ignoro, amo una boca mientras no escucho sus acentos; jamás pregunto el nombre de la mujer que adoro, del César por quien lucho, del Dios a quien imploro, del puerto adonde bogo, ni el rumbo de los vientos. Criatura fugitiva que cruza el mundo vano, temiendo que la alforja sus éxodos impida, ni traje amor ni llevo; y así voy al arcano, lanzando con un gesto de sembrador el grano fecundo de mis versos al surco de mi vida. EN BRETAÑA ¿De negro? — Sí, de negro de noche. Dios no quiera robarme el solo traje que me quedó en mi huida. — Pues, ¿y tus ropas albas? — Flotando en la ribera, allá, lejos, muy lejos, tan lejos... Su amor era la sola veste blanca que me vestí en la vida. Al viento tiembla el fúnebre merino de mis tocas, al viento de las tardes; la luna surge, riela y baña en nácar lívido los dientes de las rocas. Allá se van las velas como esperanzas locas: Una vela, otra vela, todavía otra vela... ¿Vendrá 'mi nave, aquella trirreme en cuya prora tallado había un cisne divino? ¡Cuánto tarda!... 4:2 Amado N e r Mi alma es como esa moza bretona que a la aurora miró partir la barca del pescador, y ahora, midiendo con sus ojos el piélago, la aguarda. VIEJO ESTRIBILLO ¿Quién es esa sirena de la voz tan doliente, de las carnes tan blancas, de la trenza tan bruna? — Es un rayo de luna que se baña en la fuente, es un rayo de luna... ¿Quién gritando mi nombre la morada recorre? ¿Quién me llama en las noches con tan trémulo acento? — Es un soplo de viento que solloza en la torre, es un soplo de viento... ¿Di, quién eres, arcángel cuyas alas se abrasan en el fuego divino de la tarde y que subes por la gloria del éter? — Son las nubes que pasan; mira bien, son las nubes... ¿Quién regó sus coliares en el agua. Dios mío? Lluvia son de diamantes en azul terciopelo. — Es la imagen del cielo que palpita en el río, es la imagen del cielo... Sus m e j o r e s poemas 43 ¡Oh Señor! La Belleza sólo es, pues, espejismo, nada más Tú eres cierto: sé Tú mi último Dueño. ¿Dónde hallarte, en el éter, en la tierra, en mí mismo? — Un poquito de ensueño te guiará en cada abismo, un poquito de ensueño... UNA FLOR DEL CAMINO La muerta resucita cuando a tu amor me asomo; la encuentro en tus miradas inmensas y tranquilas, y en toda tú... Sois ambas tan parecidas como tu rostro, que dos veces se copia en mis pupilas. Es cierto: aquélla amaba la noche radiosa, y tú siempre en las albas tu ensueño complaciste. (Por eso era más lirio, por eso eres más rosa.) Es cierto, aquélla hablaba: tú vives silenciosa Y aquélla era más pálida; pero tú eres más triste. UNA FLOR DEL CAMINO Tuvo razón tu abuela con su cabello cano, muy más que tú con rizos en que se enrosca el día, para templar la fiebre de tu reír insano con el fulgor de luna de su melancolía. 44, Amado Ñervo Aun me parece verla contar con mano seca y trémula su viejo rosario de amatistas al claro de las tardes, o hilándose en la rueca — ¡la pálida hilandera! — recuerdos y batistas. Tú en tanto, acurrucada junto a sus pies, con manos más firmes que las suyas, pero no más hermosas, de nuestra reina Blanca de Nieve y sus enanos desflorabas las bellas páginas milagrosas. Hoy, si te viera presa de bravas agonías ella, que duerme al cabo cubierta por las flores, quizá te suspirara su queja: «Ya no rías así, que tengo miedo de que mañana llores.» Mas tú reías siempre con ímpetu que espanta; tu carcajada estaba, como en las saturnales, presta a sonar un áureo repique en tu garganta o entre tus labios, vivas campanas de corales. Y al fin dilapidaste tus júbilos, María; cuitada juglaresa, tus crótalos perdiste. Tuvo razón tu abuela que nunca se reía: ya ves, vivió cien años y siempre estuvo triste. DIAFANIDAD Yo soy un alma pensativa. ¿Sabes lo que es un alma pensativa? — Triste, Sus mejores poemas 4o pero con esa fría melancolía de las suaves diafanidades. Todo lo que existe, cuando es diáfano, es sereno y triste. — ¡Sabino peregrino que contempla en las vivas transparencias del agua vocinglera todas las fugitivas metamorfosis de su cabellera, peregrino sabino! — Nube gemela de su imagen, nube que navega en las fuentes y que en el cielo sube. — Dios, en hondo mutismo, viéndose en el espejo de sí mismo. La Vida toca como una loca trasnochadora: «Abridme, es hora!» «Desplegad los oídos — rimadores, a todos los ruidos — exteriores.» «Despliega tus oídos a todos los ruidos.» Mi alma no escucha, duermen mis sentidos. Mi espíritu y mi oreja están dormidos. — El pecado del río es su corriente; la quietud, alma mía, es la sabiduría 46 Amado N e r v c de la fuente. Los astros tienen miedo de naufragar en el perenne enredo del agua que se riza en espirales; cuando el agua está en éxtasis, bajan a sus cristales. Conciencia, sé clara; pero con esa rara inconsistencia de toda proyección en un espejo, devuelve a la importuna vida, sólo un reflejo de su paso furtivo ante tu «luna». Alma, tórnate onda para que cada flor y cada fronda copien en tí su fugitiva huella; para que cada estrella y cada nube hirsuta se equivoquen de ruta, y en tu claro caudal encuentren una prolongación divina de su abismo: que así, merced a singular fortuna, el infinito y tú seréis lo mismo. EN FLANDES El Clavicordio — dijo Clara, la pensativa, que del viejo castillo gusta ser la cautiva Sus m e j ore s i^ o e m a s 47 y mirar silenciosa, en los campos escuetos, las blancas ramazones de los blancos abetos, — es grato a mi alma como la dulce paz campestre, y como las caricias de mi burgomaestre. Dijo Adela, festiva mujer de rizos de oro, la de opulentos flancos y tez de flor: — Adoro el son de los violines heridos sabiamente en la «kermesse», al rayo del sol auricadente; los violines magyares a cuyas blandas notas bailo, en los frescos «p o I d e r s», minuetos y gavotas. Dijo Balduina Van der Rotten: — Más que mis finas blondas de Brujas, más que mis cofias de Malinas, más que mis granjas úberes y que mis gordos quesos, amo y busco la música sonora de los besos. — Así dijo Balduina, la joven rubicunda, y entreabría sus labios una risa jocunda. Yo fui juez, y anhelando ser un juez halagüeño, dije: — Tú, Clara, eres la reina del Ensueño: irás al son de flautas y pájaros que troven al país de Mozart y el marmóreo Beethoven. Tú, Adela, en tanto que tu existencia se enhebre, hallarás en la danza la gloria de la fiebre. Tus ilusiones, fuga vivaz de mariposas, pasarán por la vida como sobre las rosas. Balduina, que prefieres los besos a las artes, en cuanto a ti, elegiste la mejor de las partes. En premio de mi fallo, Clara dióme su alada pasión; Adela, el vértigo de su ronda sagrada, 48 Amado Ñervo y Balduina, los besos de su boca divina. Yo era, íntimamente, del gusto de Balduina. EN BOHEMIA Gitana, flor de Praga: diez «kreutzers» si me besas. En tanto que tu osezno fatiga el tamboril, esgrimen los «kangiares» las manos juglaresas, y lloran guzla y flauta, — tus labios dame, fresas de Abril. Apéate del asno gentil que encascabelas: los niños atezados, que bailan churumbelas, harán al beso coro con risas de cristal. Por Dios, deja tu rueca d^ cobre, y a mi apremio responde. Si nos mira tu zíngaro bohemio, no temas: jen Dalmacia forjaron mi puñal! ALMA DE ITALIA Para librarme de lo imprevisto, cuando mi estancia se queda sola, guardo en mis ropas un Santo-Cristo, un Santo-Cristo y una pistola. «Si quien me acecha, siendo un malvado, también es hombre de religión, valdrále el Cristo crucificado: si no, el revólver de doble acción. Sus mejores p o e m as 49 »Yo soy un alma que el miedo asedia; mas ¡guay del hombre que me maltrata! Como los frailes de la Edad Media, la propia mano bendice o mata. »Y por librarme de lo imprevisto, cuando mi estancia se queda sola, guardo en mis ropas un Santo-Cristo, un Santo-Cristo y una pistola.» AINO ACKTE Ainó Ackté, lirio del Norte, Ainó Ackté, gran rosa-té; sueño de los fiords, consorte de los vikings. — Ainó Ackté: Ducal armiño de Suecia, flor de hielo, alburas de las «i n m o r t a 1 e s» de Helvecia; ojos de azur. — Ainó Ackté: En su garganta de cera esconde al ruiseñor que oía Luis de Baviera entre la nieve. — Ainó Ackté: Es la blanca «Sinfonía» del viejo Theo Gautier. 50 A m a (i o Ñervo Ainó Ackté: ¡Quién fuera un día amado por Ainó Ackté! RÓDEUSE... Si te tornan pensativa los desastres de las hojas que revuelan crepitando por el amplio bulevar; si los cierzos te insinúan no sé qué vagas congojas y nostalgias imprecisas y deseos de llorar; si el latido luminoso de los astros te da frío; si incurablemente triste ves al Sena resbalar, y el reflejo de los focos escarlata sobre el río se te antoja que es la estela de algún trágico navio donde llevan los ahogados de la Morgue a sepultar; ¡Pobrecita! Ven conmigo; deja ya las puentes yermas. Hay un alma en estas noches a las tísicas hostil, y un vampiro disfrazado de galán que busca enfermas, que corteja a las que tosen y que, a poco que te duermas, chupará con trompa inmunda tus pezones de marfil. Y EL BUDHA DE BASALTO SONREÍA. Aquella tarde, en la Alameda, loca de amor, la dulce idolatrada mía me ofreció la eglantina de su boca. Sus mejores p o e m a s 51 Y el Budha de basalto sonreía... Otro vino después, y sus hechizos me robó; díla cita, y en la umbría nos trocamos epístolas y rizos. Y el Budha de basalto sonreía... Hoy hace un año del amor perdido; al sitio vuelvo, y como estoy rendido tras largo caminar, trepo a lo alto del zócalo en que el símbolo reposa. Derrotado y sangriento muere el día, y en los brazos del Budha de basalto me sorprende la luna misteriosa. Y el Budha de basalto sonreía... ESPERANZA ¡Oh, sí! yo tomaré, París divino! — ¿En qué nave? — Dios sabe... ¡Yo no sé! Mas sé que ni la vida ni el destino impedirlo podrán. Es un camino fatal el que nos une. Tornaré. 52 Amado Ñervo Veré tus bosques tranquilos en que dormitan los tilos. Veré tus parques espesos llenos de citas y besos. Veré |todo, todo lo que amé! Yo tornaré. Me aguardan los castaños de un verde transparente, los huraños muelles mohosos de tu grácil río. Lejos de ti mis años no son años: son nostalgia y pasión y angustia y frío... Veré tus brumas livianas que te arropan como en tules, en tus divinas mañanas azules. Veré tus abriles breves, llenos de aromas y broches, y el armiño de tus nieves, y la plata de tus noches. Veré ¡todo, todo lo que amé! ¡Oh, sí, yo tornaré...! Mas si no alcanza mi alma esta dulce aspiración suprema, ¿qué haré? ¡Clavar, sañudo, mi esperanza en el ancla divina, que es su emblema! Sus mejores poemas 53 GLOSA Estoy triste y sereno ante el paisaje, y desasido estoy de toda cosa. Ven, ya podemos emprender el viaje a través de la tarde misteriosa. Lleno parto de amores y de olvido: olvido inmenso para todo ultraje, y amor inmenso a los que me han querido. El mar finge un titán de azur, dormido... Estoy triste y sereno ante el paisaje. Trabajé, padecí, fui peregrino, resignado; en mi ruta borrascosa vi los bienes y males del destino como se ven las flores del camino, y desasido estoy de toda cosa... ¡Oh, mi Señor!, tu juicio no me asusta: ni llevo honores ni riquezas traje, y fué mi vida de pasión adusta. Cuan serena la tarde y cuan augusta... ¡Ven, ya podemos emprender el viaje! Los astros que nos miran de hito en hito, parecen, con pestaña luminosa, invitarnos al viaje que está escrito: ese viaje sereno al infinito, a través de la tarde misteriosa. LIRA HEROICA LA RAZA DE BRONCE Leyenda heroica dicha el 19 de Ju- lio de 1902, en la Cámara de Diputa- dos, en honor de Juárez. I Señor, deja que diga la gloria de tu raza, la gloria de los hombres de bronce, cuya maza melló de tantos yelmos y escudos la osadía. Oh «caballeros tigres», oh «caballeros leones», oh «caballeros águilas», os traigo mis canciones; oh enorme raza muerta, te traigo mi elegía. II Aquella tarde, en el Poniente augusto, el crepúsculo audaz era una pira como de algún atrida o de algún justo; Sus mejores poemas 55 llamarada de luz o de mentira que incendiaba el espacio, y parecía que el sol, al estrellar sobre la cumbre su mole vibradora de centellas, se trocaba en mil átomos de lumbre, y esos átomos eran las estrellas. Yo estaba solo en la quietud divina del Valle. ¿Solo? ¡no! La estatua fiera del héroe Cuauhtemoc, la que culmina disparando su dardo a la pradera, bajo el palio de pompa vespertina, era mi hermana y mi custodio era. Cuando vino la noche misteriosa, — jardín azul de margaritas de oro — y calló todo ser y toda cosa, cuatro sombras llegaron a mí en coro; cuando vino la noche misteriosa, — jardín azul de margaritas de oro. — Llevaban una túnica esplendente, y eran tan luminosamente bellas sus carnes, y tan fúlgida su frente, que prolongaban para mí el Poniente y eclipsaban la luz de las estrellas. Eran cuatro fantasmas, todos hechos de firmeza, y los cuatro eran colosos y fingían estatuas, y sus pechos radiaban como bronces luminosos. 56 Amado N e r Y los cuatro entonaron almo coro... Callaba todo ser y toda cosa; y arriba, era la noche misteriosa, — jardín azul de margaritas de oro. — III Ante aquella visión que asusta y pasma, yo, como Hamlet, mi doliente hermano, tuve valor e interrogué al fantasma; mas mi espada temblaba entre mi mano. — ¿Quién sois vosotros, exclamé, que en presto giro bajáis al Valle mexicano? Tuve valor para decirles esto; mas mi espada temblaba entre mi mano. ¿Qué abismo os engendró? de qué funesto limbo surgís? Sois seres, humo vano? Tuve valor para decirles esto; mas mi espada temblaba entre mi mano...! — Responded, — continué. — Miradme enhiesto y altivo y burlador ante el arcano. Tuve valor para decirles esto; ¡mas mi espada temblaba entre mi mano...! IV Y un espectro de aquéllos, con asombros vi que vino hacia mí, lento y sin ira. Sus mejores p o e m as 57 y llevaba una piel sobre los hombros y en las pálidas manos una lira; y me dijo con voces resonantes y en una lengua rítmica que entonces comprendí: — «¿Que quién somos? Los gigantes de una raza magnífica de bronces. «Yo me llamé Netzahualcóyotl y era rey de Texcoco; tras de lid artera, fui despojado de mi reino un día, y en las selvas erré como alimaña, y el barranco y la cueva y la montaña me enseñaron su augusta poesía. «Tomé después a mi sitial de plumas, y fui sabio y fui bueno; entre las brumas del paganismo adiviné al Dios Santo; le erigí una pirámide, y en ella, siempre al fulgor de la primera estrella y al son del «huehuetl», le elevé mi canto». V Y otro espectro acercóse; en su derecha llevaba una «macana», y una fina saeta en su carcaje, de ónix hecha; coronaban su testa plumas bellas, y me dijo: — «Yo soy Ilhuicamina, sagitario del éter, y mi flecha traspasa el corazón de las estrellas. 58 A m a d o N «Yo hice grande la raza de los lagos, yo llevé la conquista y los estragos a vastas tierras de la patria andina, y al tornar de mis bélicas porfías traje pieles de tigre, pedrerías y oro enjpolvo... Yo soy Ilhuicamina!» VI Y otro espectro me dijo: — «En nuestros cielos las águilas y yo fuimos gemelos: ¡Soy Cuauhtemoc! Luchando sin desmayo caí... porque Dios quiso que cayera! mas caí como el águila altanera: viendo al sol, y apedreada por el rayo. «El español martirizó mi planta sin lograr arrancar de mi garganta ni un grito, y cuando el rey mi compañero temblaba entre las llamas del brasero: — ¿Estoy yo, por ventura en un deleite? le dije, y continué, sañudo y fiero, mirando hervir mis pies en el aceite...» VII Y el fantasma postrer llegó a mi lado: no venía del fondo del pasado como los otros; mas del bronce mismo era su pecho, y en sus negros ojos Sus mejores p o e m as 59 fulguraba, en vez de ímpetus y arrojos, la tranquila frialdad del heroísmo. Y parecióme que aquel hombre era sereno como el cielo en primavera y glacial como cima que acoraza la nieve, y que su sino fué, en la historia, tender puentes de bronce entre la gloria de la raza de ayer y nuestra raza. Miróme con su límpida mirada, y yo le vi sin preguntarle nada. Todo estaba en su enorme frente escrito: la hermosa obstinación de los castores, la paciencia divina de las flores y la heroica dureza del granito... ¡Eras tú, mi Señor, tú que soñando estás en el panteón de San Fernando bajo el dórico abrigo en que reposas; eras tú que, en tu sueño peregrino, ves marchar a la Patria en su camino, rimando risas y regando rosas! Eras tú, y a tus pies cayendo al verte: — Padre, te murmuré, quiero ser fuerte: dame tu fe, tu obstinación extraña; quiero ser como tú, firme y sereno; quiero ser como tú, paciente y bueno; quiero ser como tú, nieve y montaña. Soy una chispa: ¡enséñame a ser lumbre! soy un guijarro: ¡enséñame a ser cumbre! 60 Amado N e soy una linfa: ¡enséñame a ser río! soy un harapo: jenséñame a ser gala! soy una pluma: ¡enséñame a ser ala, y que Dios te bendiga, padre mío! VIII Y hablaron tus labios, tus labios benditos, y así respondieron a todos mis gritos, a todas mis ansias:— «No hay nada pequeño, ni el mar ni el guijarro, ni el sol ni la rosa, con tal de que el sueño, visión misteriosa, le preste sus nimbos, ¡y tú eres el Sueño!» «Amar, eso es todo; querer; todo es eso! Los mundos brotaron al eco de un beso, y un beso es el astro, y un beso es el rayo, y un beso la tarde, y un beso la aurora, y un beso los trinos del ave canora que glosa las fiestas divinas de Mayo. «Yo quise a la Patría por débil y mustia, la Patría me quiso con toda su angustia, y entonces nos dimos los dos un gran beso: los besos de amores son siempre fecundos; un beso de amores ha creado los mundos; amar... ¡eso es todo! querer... ¡todo es eso!» Así me dijeron tus labios benditos, así respondieron a todos mis gritos, Sus mejores poemas 61 a todas mis ansias y eternos anhelos. Después, los fantasmas volaron en coro, y arriba los astros, — poetas de oro, — pulsaban la lira de azur de los cielos. IX Mas al irte. Señor, hacia el ribazo donde moran las sombras, un gran lazo dejabas, que te unía con los tuyos, un lazo entre la tierra y el arcano, y ese lazo era otro indio: Altamirano; bronce también, mas bronce con arruyos. Nos le diste en herencia, y luego, Juárez te arropaste en las noches tutelares con tus amigos pálidos; entonces, comprendiendo lo eterno de tu ausencia, repitieron mi labio y mi conciencia: — Señor, alma de luz, cuerpo de bronces. Soy una chispa: ¡enséñame a ser lumbre! Soy un guijarro: ¡enséñame a ser cumbre! soy una linfa: ¡enséñame a ser río! soy un harapo: ¡enséñame a ser gala! soy una pluma: ¡enséñame a ser ala, y que Dios te bendiga, padre mío! Tú escuchaste mi grito, sonreiste y en lo sombra infinita te perdiste cantando con los otros almo coro. 62 A m a do :N e r v^ o Callaba todo ser y toda cosa; y arriba, era la noche misteriosa: jardín azul de margaritas de oro... LOS CINCO SENTIDOS (CANCIONES ESCOLARES) NIÑITO, VEN... I Niñito, ven; puras y bellas van las estrellas a salir. ¡Y cuando salen las estrellas, los niños buenos, a dormir! II Niñito, ven; tras de la loma la blanca luna va a asomar; ¡cuando la blanca luna asoma, los niños buenos, a soñar! III Niñito, ven; ya los ganados entran mugiendo en el corral. 64 Amado N e r v Cierra tus ojos fatigados en el regazo maternal. IV Niñito, ven; sueña en las rosas que el viento agita en su vaivén; sueña en las blancas mariposas... jNiñito, ven! ¡Niñito, ven! LAS BODAS DE LA MARIPOSA I Te vamos a casar, mariposa de colores, te vamos a casar. Tus madrinas serán flores. — ¿Y por qué me he de casar sin hacerme de rogar? — Te vamos a casar, mariposa de colores, te vamos a casar; las madrinas serán flores. II — Yo — dice el caracol — te daré para mansión, amiga tornasol, Sus mejores poemas 6o te daré mi habitación. — Lo que da un amigo fiel, yo lo acepto siempre de él. — Yo — dice el caracol — te daré para mansión, amiga tornasol, te daré mi habitación. III — Yo — dijo la hormiguita — , de mi rica provisión, te daré una migajita y de granos un montón. — ¡Oh, qué buena comidita! ¡Oh, qué gran «comilitón». — Yo — dijo la hormiguita — , de mi rica provisión, te daré una migajita, y de granos un montón. IV La abeja de oro habló: — Te daré mi mejor miel. La abeja de oro habló: — Te regalo el postre yo. Gracias mil, abeja fiel. ¡Y qué buena que es tu miel! 66 A m a d o N La abeja de oro habló: — Te daré postre de miel. La abeja de oro habló: — Te daré mi postre yo. V — Yo — el grillo — iré a tu fíesta para tocar mi guitarra. — Completaré la orquesta — dijo luego la cigarra. — Gracias, grillo, no está mal; Cigarrita, está muy bien. — Yo llevo mi timbal. — ^Yo mi pífano también. Grillito, no está mal; Cigarrita, está muy bien. VI — Por tí voy a brillar — el cocuyo prometió — , pues quiero iluminar tus bodas sin cesar. — Gracias a todos y a todas; serán soberbias mis bodas. Me quiero ya casar. — Por ti voy a brillar — el cocuyo prometió — , No te hagas ya rogar. S u s m e j o r e s poemas 67 EL PUENTE jQué hermoso se ve el puente de piedra sobre el río! Abajo la corriente y arriba el caserío. jQué hermoso se ve el puente de piedra sobre el río! ¡BUEN VIAJE! Con la mitad de un periódico hice un buque de papel, y en la fuente de mi casa va navegando muy bien. Mi hermana con su abanico sopla que sopla sobre él. jMuy buen viaje, muy bugn viaje, buquecito de papel! 68 Amado Ñervo DUÉRMETE YA Llegó la noche, la luna de plata brillando está, ningún rumor te importuna, tu madre mece tu cuna; duérmete ya... ¿Ves cómo cada vidriera iluminándose va? Ni un alma cruza la acera, todo es misterioso afuera; duérmete ya... El jardín, de tan sombrío y quieto, pavor me da. Las ramas tiemblan de frío; cierra los ojos, bien mío; duérmete ya... Si duermes pronto, mi dueño, tu ángel guardián te traerá un ensueño tan risueño que será el más lindo ensueño que un niño soñado ha. Duérmete pronto, mi dueño; duérmete ya... Sus mejores j) o e m a s 69 NOCHE BUENA Pastores y pastoras, abierto está el edén. ¿No oís voces sonoras? Jesús nació en Belén. La luz del cielo baja, el Cristo nació ya, y en un nido de paja como avecilla está. El niño está friolento; oh noble buey: arropa con tu aliento al niño rey. Los cantos y los vuelos invaden la extensión, y están de fiesta cielos y tierra... y corazón. Resuenan voces puras que cantan en tropel: ¡Hosanna en las alturas al Justo de Israel! 70 Amado N Pastores, en bandada venid, venid, a ver a la anunciada flor de David. La lu2 del cielo baja, el Cristo nació ya, y en un nido de paja como avecilla está. YA LLEGO ABRIL CORO El ave canta en el boscaje, la flor revienta en el pensil, el campo estrena nuevo traje. ¡Ya llegó Abril, ya llegó Abril! UNA VOZ La luz, cuando amanece, finge un jardín sin par; la noche resplandece como un inmenso altar. Sus mejores p o e 7n a s 71 CORO La brisa lleva suave aroma en su impalpable ala sutil; llora en el bosque la paloma. ¡Ya llegó Abril, ya llegó Abril! UNA VOZ Palpitan los renuevos del prado en la extensión, y brotan de los huevos el ala y la canción. CORO La luna baña el bosque obscuro en palideces de marfil, desde el azul diáfano y puro. ¡Ya llegó Abril, ya llegó Abril! UNA VOZ Las blancas mariposas de alitas de azahar, como almas de las rosas revuelan sin cesar. 72 Amado N CORO El chupamirto con donaire bate su leve ala gentil, como clorada flor del aire. ¡Ya llegó Abril, ya llegó Abril! LA ALEGRE CANCIÓN DE LA MONTANA CORO Llegó la luz serena, y a levantarme voy. La noche se aleja como una gran pena; ¡qué alegre que estoy! UNA VOZ Los pájaros en coro cantan sus alegrías; las jaulas vibran como arpas de oro. Hermanos pájaros, ¡muy buenos días! OTRA VOZ Las gotas de rocío comienzan a temblar Sus mejores poemas 73 cual si tuviesen frío; las rosas más hermosas del jardincito mío con esos diamantes van a hacerse un collar. OTRA VOZ El hilo del agua, la trémula brisa sus más alegres cosas empiezan a decir. El cielo resplandece como una gran sonrisa, jqué bello es vivir! CORO Llegó la luz serena, etc.. MÍSTICAS G o T i C A Para Balbino Dávalos Solitario recinto de la abadía; tristes patios, arcadas de recias claves, desmanteladas celdas, capilla fría de historiados altares, de sillería de roble, domo excelso y obscuras naves. Solitario recinto: cuántas pavesas de amores que ascendieron hasta el pináculo donde mora el Cordero, guardan tus huesas... Heme aquí con vosotras, las abadesas de cruces pectorales y de áureo báculo... Enfermo de la vida, busco la plática con Dios, en el misterio de su santuario; tengo sed de idealismo... Legión extática, S u s m e j o r e s p o e m a s 7o de monjas demacradas de faz hierática, decid: ¿aun vive Cristo tras el sagrario? Levantaos del polvo, llenad el coro; los breviarios aguardan en los sitiales; que vibre vuestro salmo limpio y sonoro, en tanto que el Poniente nimba de oro las testas de los santos en los vitrales... jOh claustro silencioso, cuántas pavesas de amores que ascendieron hasta el pináculo donde mora el Cordero, guardan tus huesas!... Oraré mientras duermen las abadesas de cruces pectorales y de áureo báculo... apocalíptica Y juró por el que vive en los siglos de los siglos, que no habrá más tiempo... Y vi las sombras de los que fueron, en sus sepulcros, y así clamaron: «¡Ay de los vientres que concibieron! ¡Ay de los senos que amamantaron!» «La noche asperja los cielos de oro; mas cada estrella del negro manto 76 Amado N e r v es una gota de nuestro lloro... ^ ¿Verdad que hay muchas? ¡Lloramos tanto!...» «¡Ay de los seres que se quisieron y en mala hora nos engendraron! «¡Ay de los vientres que concibieron! ¡Ay de los senos que amamantaron!» Huí angustiado, lleno de horrores; pero la turba conmigo huía, y con sollozos desgarradores su «ritornello» feroz seguía: «¡Ay de los seres que se quisieron y en mala hora nos engendraron! «¡Ay de los vientres que concibieron! ¡Ay de los senos que amamantaron!» Y he aquí los astros — chispas de fraguas del viejo Cosmos! — que descendían y, al apagarse sobre las aguas, en hiél y absintio las convertían. Y a los fantasmas su voz unieron los «Siete Truenos; estremecieron el Infinito, y así clamaron: «¡Ay de los vientres que concibieron! ¡Ay de los senos que amamantaron!» Sus mejores poemas 77 A RANCE, REFORMADOR DE LA TRAPA (1626-1700) Para el padre Pagaza / Es preciso que tornes de la esfera sombría con los flavos destellos de la luna, que escapa, cual la momia de un mundo, de la azul lejanía; es preciso que tornes y te vuelvas mi guía y me des un refugio, ¡por piedad!, en la Trapa. Si lo mandas, ¡oh padre!, si tu regla lo ordena, cavaré por mi mano mi sepulcro en el huerto, y al amparo infinito de la noche serena vagaré por sus bordes como el ánima en pena, mientras lloran los bronces con un toque de muerto... La leyenda refiere que tu triste mirada extinguía los duelos y las ansias secretas, y yo guardo aquí dentro, como en urna cerrada, desconsuelos muy hondos, mucha hiél concentrada, y la fiera nostalgia que tocó a los poetas... Viviré de silencio — ^^«e I silencio es laplática con Jesús», escribiste: tal mi plática sea — , y mezclado a tus frailes, con su turba hierática gemirá «D e p r o f u n d i s» la voz seca y asmática que fué verbo: ese verbo que subyuga y flamea! 78 A m a do N e ' Ven, abad incurable, gran asceta, yo quiero anegar mis pupilas en las tuyas de acero, aspirar el efluvio misterioso que escapa de tus miembros exangües, de tu rostro severo, y sufrir el contagio de la paz de tu Trapa! MATER ALMA Que tus ojos radien sobre mi destino, que tu veste nivea, que la luz orló, ampare mis culpas del torvo Dios Trino: ¡Señora, te amo! Ni el grande Agustino ni el tierno Bernardo te amaron cual yo! Que la luna, octante de bruñida plata, escabel de plata de tu pie real, por mi noche bogue, por mi noche ingrata, y en su sombra sea místico fanal. Que los albos lises de tu vestidura el erial perfumen de mi senda dura, y por ti mi vida brillará tan pura cual los lises albos de tu vestidura. Te daré mis versos: floración tardía; mi piedad de niño: floración de Abril; e irán a tu solio, dulce madre mía, Sus mejores p o e m as 79 mis castos amores en blanca theoría, con cirio en las manos y toca monjil. TRANSMIGRACIÓN MMMM ant. Christ. MDCCC post Christ A veces, en sueños, mi espíritu finge escenas de vidas lejanas: yo fui un sátrapa egipcio de rostro de esfinge, de mitra dorada, y en Menfis viví. Ya muerto, mi alma siguió el vuelo errático, ciñendo en Solima, y a Osiris infiel, la mitra bicorne y el efod hierático del gran sacerdote del Dios de Israel. Después, mis plegarias alcé con el druida, y en bosque sagrado Velleda me amó. Fui rey merovingio de barba florida; corona de hierro mi sien rodeó. Más tarde, trovero de nobles feudales, canté sus hazañas, sus lances de honor, yanté a la su mesa, y en mil bacanales sentíme beodo de vino y de amor. 80 Amado N e r Y ayer, prior esquivo y austero, los labios al Dios eucarístico, temblando, acerqué: por eso conservo piadosos resabios, y busco el retiro siguiendo a los sabios y sufro nostalgias inmensas de fe. DELICTA CARNIS Carne, carne maldita que me apartas del cielo carne tibia y rosada que me impeles al vicio: ya rasgué mis espaldas con cilicio y flagelo por vencer tus impulsos, y es en vano, ¡te anhelo a pesar del flagelo y a pesar del cilicio! Crucifico mi cuerpo con sagrados enojos, y se abraza a mis plantas Afrodita la impura; me sumerjo en la nieve, mas la templan sus ojos; me revuelco en un tálamo de punzantes abrojos, y sus labios lo truecan en deleite y ventura. Y no encuentro esperanza, ni refugio ni asilo, y en mis noches, pobladas de febriles quimeras, me persigue la imagen de la Venus de Milo, con sus lácteos muñones, con su rostro tranquilo y las combas triunfales de sus ampHas caderas. Sus mejores poemas 81 jOh Señor Jesucristo, guíame por los rectos derroteros del justo; ya no turben con locas avideces la calma de mis puros afectos ni el caliente alabastro de los senos erectos, ni el marfil de los hombros ni el coral de las bocas! antífona Anima loquens Para Antenor Lescano Oh Señor, yo en tu Cristo busqué un esposo que me quisiera, le ofrendé mis quince años, mi sexo nubil; violó mi boca, y por El ha quedado mi faz de nácar como la cera, mostrando palideces de viejo cirio bajo mi toca. ¡Mas Satán me persigue y es muy hermoso! Viene de fuera y ofreciéndome el cáliz de la ignominia, me vuelve loca... ¡Oh Señor! no permitas que bese impío mi faz de cera, que muestra palideces de viejo cirio bajo mi toca... Ya en las sombras del coro cantar no puede mi voz austera los litúrgicos salmos, mi alma está estéril como una roca; mi virtud agoniza, mi fe sucumbe. Satán espera... ¡Oh Señor, no permitas que bese impío mi faz de cera que muestra paHdeces de viejo cirio bajo mi toca! 82 Amado N A SOR QUIMERA Para Luis G. Urbina Fallida, sed quamvis pallina pulchra tamen. En nombre de tu rostro de lirio enfermo, en nombre de tu seno, frágil abrigo donde en noches pobladas de espanto duermo, ¡yo te bendigo! En nombre de tus ojos de adormideras, doliente y solitario fanal que sigo; en nombre de lo inmenso de tus ojeras, ¡yo te bendigo! Yo te dedico el ímpetu orgulloso con que en las cimas de todos los calvarios, me crucifico, iluso ¡pretendiendo que te redimas! Yo te consagro un cuerpo que martirio sólo atesora y un alma siempre obscura, que por milagro, del cáliz de ese cuerpo no se evapora... Sus m e j o r es poemas 83 Mujer, tu sangre yela mi sangre cálida; mujer, tus besos fingen besos de estrella; mujer, todos me dicen que eres muy pálida, pero muy bella... Te hizo el Dios tremendo mi desposada; ven, te aguardo en un lecho nupcial de espinas; no puedes alejarte de mi jornada, porque une nuestras vidas ensangrentada cadena de cilicios y disciplinas. A FELIPE II Para Rafael Delgado. Ignoro qué corriente de ascetismo, qué relación, qué afinidad impura enlazó tu tristura y mi tristura y adunó tu ideaHsmo y mi idealismo; Mas sé por intuición que un astro mismo ha presidido nuestra noche obscura, y que en mí como en ti libra la altura un combate fatal con el abismo. ¡Oh rey, eres mi rey! Hosco y sañudo también soy; en un mar de arcano duelo mi luminoso espíritu se pierde. 84 Amado N e r Y escondo como tú, soberbio y mudo, bajo el negro jubón de terciopelo, el cáncer implacable que me muerde. V ANATHEMA SIT Para Jesús Urueia. Si negare alguno que Santa María, del Dios Paracleto paloma que albea, concibió sin mengua de su doncellía, ¡anatema sea! Anatema los que burlan el prodigio sin segundo de la flor intacta y úber que da fruto siendo yema; que los vientres que conozcan, como légamo infecundo, no les brinden sino espurias floraciones. ¡Anatema! Si alguno dijere que Cristo divino por nos pecadores no murió en Judea ni su cuerpo es hostia ni su sangre vino, ¡anatema sea! Anatema los que ríen de oblaciones celestiales en que un Dios, «loco de amores,» es la víctima suprema; que no formen para ellos ni su harina los trigales ni sus néctares sabrosos los viñedos. ¡Anatema! Sus mejores poemas 85 Si alguno afirmare que el alma no existe, que en los cráneos áridos perece la idea, que la luz no surge tras la sombra triste, ¡anatema sea! Anatema los que dicen al mortal que tema y dude, anatema los que dicen al mortal que dude y tema; y la miel de los panales, tentación del paladar; mas si hoy, abandonada, ya no cierras ni abres nada, pobre llave desdentada, ¿para qué te he de guardar? Tu torcida arquitectura es la misma del portal de mi antigua casa oscura (que en un día de premura fué preciso vender mal). Es la misma de la ufana V luminosa ventana donde Inés, mi prima, y yo nos dijimos tantas cosas en las tardes misteriosas del buen tiempo que pasó... Me recuerdas mi morada, me retratas mi solar; mas si hoy, abandonada, ya no cierras ni abres nada, pobre llave desdentada, ¿para qué te he de guardar? US m e j o r es poemas 139 HOJEANDO ESTAMPAS VIEJAS Dime, ¿en cuál destas nobles catedrales, hace ya muchos siglos, — oh. Señora, — silenciosos, mirando los vitrales, unimos nuestras manos fraternales en la paz de una tarde soñadora? Dime, ¿en cual de los árboles copudos, deste bosque, medrosos y desnudos, oímos, en los viejos milenarios, rugir a los leones solitarios y aullar a los chacales testarudos? Di si en esta enigmática ribera me esperabas antaño, compañera, sólo teniendo, en noches invernales, por chai para tus senos virginales,- la húmeda y salobre cabellera. ¿En cuál destos torneos tus colores llevé, y en cuál castillo tus loores entonaron mis labios halagüeños? Y si nunca te vi ni te amé viva, ¿por qué hoy vas y vienes pensativa por la bruma de nácar de mis sueños? uo m a d N RUEGO A Anita. Fui bueno para tí como las rosas, como el hilo de agua, como el día; y te hice, en tus horas dolorosas, la santa caridad de mi poesía. En cambio, sé indulgente, como una hermanita mayor; pon tu sonrisa en esta lobreguez de mi fortuna... ¡Sé piadosa... como un rayo de luna! ¡Sé suave... como un soplo de brisa! «TEL QU'EN SONGE» Ayer vino Blanca; me miró en silencio, y era más misteriosa que otras veces: como se ven las cosas en los sueños. Larga, largamente me sonrió; pero con la rara expresión con que sonríen las bocas que miramos en los sueños.. Sus mejores poemas 141 ¡Qué melancolías en sus ojos negros! Esas melancolías indecibles que entristecen los rostros en los sueños!... Me miró y se fué con paso ligero, más ligero que nunca: con el paso con que anclan los fantasmas en los sueños. TAL VEZ Este despego de todo, esta avidez de volar, estos latidos que anuncian el advenimiento de la libertad; esta pasión por lo arcano, me hacen a ratos pensar: — Alma, tal vez estoy muerto y no lo sé... ¡como don Juan! Esta nostalgia de mundos ¡ay! que ni sé dónde están; estas vislumbres de seres y cosas sin nombre, que no vi jamás; esta embriaguez de infinito, me hacen a ratos pensar: 142 A m a d o N — Alma, talvez estoy muerto y no lo sé... ¡como don Juan! Estos amagos de vértigo, cual si mi espíritu ya fuese flotando en el éter; esta misteriosa sensación de paz, estos perfumes de enigma, me hacen a ratos pensar: — Alma, tal vez estoy muerto y no lo sé... ¡como don Juan! ES UN VAGO RECUERDO... Es un vago recuerdo que me entristece y que luego, en la noche, desaparece; que surge de un ignoto pasado, que viene de muy lejos y como muy cansado; que llega de las sombras de un tiempo indefinido; un recuerdo de algo muy bello, que se ha ido hace ya muchos siglos, hace... como mil años. Sutiles añoranzas y dejos muy extraños... Es un vago recuerdo que me entristece y que luego, en la noche, desaparece. Es una vieja esencia que el alma me perfuma, y que se desvanece después entre la bruma; S u s m e j o r es p o e m a s 14 es el matiz de un pétalo de rosa desvaído; es un resabio como de un gran amor, perdido del tiempo en la frontera, donde está lo que ha sido, lo que fué y lo que era... Es un vago recuerdo que me entristece y que luego, en la noche, desaparece... LA BELLA DEL BOSQUE DURMIENTE Decidme, noble anciana, por vuestra vida: ¿yace aquí la princesa que está dormida, esperando ha dos siglos un caballero? — La princesa de que hablan en tu conseja, ¡soy yo!... pero, ¿no miras? estoy muy vieja, ¡ya ninguno me busca y a nadie espero! — Y yo que la procela de un mar de llanto surqué... ¡Yo que he salvado montes y ríos por vos! — ¡Ay! caballero [qué desencanto! ...Mas, no en balde por verme sufriste tanto: tus cabellos son blancos ¡como los míos! Asómate al espejo de esta fontana, oh, pobre caballero... ¡Tarde viniste! Mas, aun puedo amarte como una hermana. 14á Amado Ñervo posar en mi regazo tu frente cana y entonar viejas coplas cuando estés triste. LANGUIDEZA Yo no sé si estoy triste porque ya no me quieres o porque me quisiste, ¡oh frágil entre todas las mujeres! Ni sé tampoco si de ti lo mejor es tu recuerdo, y si al adorarte fui cuerdo y si al olvidarte soy loco. Un suave desgano de todo amor, invade el alma mía. ¡Qué grande y qué falaz era el océano en que nos internamos aquel día, los ojos en los ojos y la mano en la mano! Hoy, siento que renace mi existencia como una sutil convalecencia... ¡Llama soy que un suspiro apagaría! Déjame junto a la ventana, sorprender en el lampo que arde los pensamientos de la tarde, las locuras de la mañana. Sus yn e j ores p o e m a s 145 Si estoy enfermo, llamaré a la hermana: a la hermanita azul y blanca (y pura), cuya dulce vejez, aun lozana, tiene la grave y plácida mesura de Señora Santa Ana... EN LA ROCA MAS HOSTIL Clavó su castillo el conde en la roca más hostil del monte: como un milano vivió en él, y murió allí. Luengos años duró el castillo, sus ruinas duran ya mil, y esquivas y silenciosas proyectan en el turquí de los cielos castellanos su almenaje torvo y gris. Luengos años duró el castillo, sus ruinas duran ya mil. Conde, vuestros huesos áridos tornáronse polvo y ha siglos que nadie sabe la tumba donde dormís. 10 146 A m a d o ^ Las crónicas que narraban vuestros hechos en la lid, son, en archivos obscuros, manjar de insecto ruin. Pero viven vuestras torres berroqueñas, y su hostil silueta, imperiosa y grave, os evoca, conde, allí, vestido de todas armas, como gigante adalid. Luengos años duró el castillo, sus ruinas duran ya mil. Haber servido a su dama, a su rey y a su país, haber alzado una torre en la roca más hostil; haber confesado a Cristo, besando su cruz morir... ¡quién sabe, conde, si al cabo más vale esto que el trajín y la histeria de mi siglo, que no acierta a donde ir, que derriba y alza altares con un ímpetu febril y que, pudiéndolo todo, no ha podido ser feliz! Sus mejores poemas 147 Luengos años duró el castillo, sus ruinas duran ya mil. ...Pero no, mente influida por los abuelos, no así razones; ten fe en tu siglo, que de uno en otro desliz, que de uno en otro tanteo, que de uno en otro sufrir, que de uno en otro problema, lleva en pos de excelso fin su santo botón de enigma, que en flor de luz se ha de abrir. Luengos años duró el castillo, sus ruinas duran ya mil. Ven, clava tu pensamiento, poeta, bajo el zafir de los cielos en la cresta de la roca más hostil, como almenaje de conde, y erguido mantenlo allí, luengos años más que el casti'lo y más que sus ruinas, mil. 148 Amado N DEPRECACIÓN A LA NUBE Lleva en su cuello el cisne la inicial de «S u e ñ o» y es como un misterioso sueño blanco que pasa; ¡pero es más misteriosa la nube, que se abrasa en el poniente grave y en el orto risueño! ¡Nube, del invisible viento visible estela, que eres cisne a la aurora, cuervo en la noche vana; nube, de la veleta celeste prima hermana; nube, que eres océano y onda y espuma y vela! ¡Nube, sé mi madrina! Baja piadosa, y viste de transfiguraciones todo lo que en mí dude, todo lo que de oscuro en mi cerebro existe. Sea yo luminoso por lo que he sido triste, aunque después, la racha que sopla, me desnude. VISION Melancólicamente, al tornar el rebaño en la tarde tranquila, dilata en el ambiente, sobre el paisaje huraño, con un intermitente Sus mejores poemas 149 sonido que hace daño, su vibración la esquila. Dirígense al paseo , los ciegos del hospicio, seguidos de un hermano que, con leve siseo, va rezando el oficio, mientras el parloteo de la turba sin juicio despierta el eco vano... El ala pasajera de nubécula errante proyecta sombra móvil sobre la carretera, por donde, resonante, aparece, en carrera febril, como gigante batracio, un automóvil. Desconcierto provoca en los niños, su agudo resollar repentino, mientras que, visión loca, pasa el «chauffeur» peludo, con su aspecto de foca o de buzo lanudo, devorando el camino... 150 Amado N e r v Los ciegos olfatean la estela vagarosa del monstruo: la pupila dilatan; parpadean , con rapidez nerviosa ...y al fin, quietos, pasean su noche misteriosa por la tarde tranquila. NOVISSIMA VERBA Yo no sé si la muerte pondrá un sello de nobleza mayor a esto que escribo; si tendré el privilegio de que exclamen: «Murió después de haberlo escrito...» «Se formó un cabezal para su sueño postrer, con este libro...» Pero, muerto o viviente, soy fantasma. ¡Somos fantasmas nada más, amigo! El alma universal que nos anima, en los cuerpos encarna de contino para sentirse y escucharse en ellos, y son las existencias el efímero «aquí estoy», las materializaciones fugaces, el furtivo disfraz de lo que vive tras la sombra, Sus mejores poemas 151 de Aquello que se emboza en el abismo, de Aquello que resume el universo, de lo Inefable, de lo que es, ha sido y por siempre será... Mi buen hermano: oye con atención esto que digo, y que no te conturbe: ¡Dios sí existe! ...¡Nosotros somos los que no existimos! ¡MUERTA! En vano entre la sombra mis brazos, siempre abiertos, asir quieren su imagen con ilusorio afán. ¡Qué noche tan callada, qué limbos tan inciertos! ¡Oh Padre de los vivos, adonde van los muertos, adonde van los muertos. Señor, adonde van! Muy vasta, muy distante, muy honda, sí, muy honda, ¡pero muy honda! debe ser ¡ay! la negra onda en que navega su alma como un tímido albor, para que aquella madre tan buena no responda ni se estremezca al erito de mi infinito amor. £> Glacial, sin duda, es esa zona que hiende. Fría, ¡oh, sí! muy fría, pero muy fría debe estar, para que no la mueva la voz de mi agonía, para que todo el fuego de la ternura mía su corazón piadoso no llegue a deshelar. 152 Amado N e r v Acaso en una playa remota y desolada, enfrente de un océano sin límites, que está convulso a todas horas, mi ausente idolatrada los torvos horizontes escruta con mirada febril, buscando un barco de luz que no vendrá. ¡Quién sabe por qué abismos hostiles y encubiertos sus blancas alas trémulas el vuelo tenderán! ¡Quién sabe por qué espacios brumosos y desiertos! ¡Oh, Padre de los vivos, adonde van los muertos, adonde van los muertos, Señor, adonde van! Tal vez en un planeta bañado de penumbra sin fin, que un sol opaco, ya casi extinto, alumbra, cuitada peregrina, mirando en rededor ¡lógicos aspectos de seres y de cosas, absurdas perspectivas, creaciones misteriosas, que causan extrañeza sutil y vago horror. Acaso está muy sola. Tal vez mientras yo pienso en ella, está muy triste; quizás con miedo esté. Tal vez se abre a sus ojos algún arcano inmenso. ¡Quién sabe lo que siente, quién sabe lo que ve! Quizá me grita: «¡Hijo!», buscando en mí un escudo (¡mi celo tantas veces en vida la amparó!), y advierte con espanto que todo se halla mudo, que hay algo en las tinieblas, fatídico y sañudo, que nadie la protege ni le respondo yo. Sus mejores poemas 153 ¡Oh, Dios! Me quiso mucho; sus brazos siempre abiertos, como un gran nido, tuvo para mi loco afán! Guiad hacia la Vida sus pobres pies inciertos... ¡Piedad para mi muerta! ¡Piedad para los muertos! ¡Adonde van los muertos, Señor, adonde van! AL VIENTO Y AL MAR Poco sé decir, poco sé pensar: al viento y al mar les voy a pedir mi nuevo cantar. ¡Al viento y al mar! Al agua y al viento fío el pensamiento de mis nuevas rimas (¡oh, mar, cuéntame un cuento!); a la onda enorme y a la racha informe a cimas y a simas. ¡Oh, viento, compadre de mi veleidad! ¡Oh, gran onda, madre de la humanidad! Quiero, viento y onda, 154 Amado N e r vuestra poesía... (¡Viento, cuéntame un cuento!) ¡Oh, mar, dame un ritmo de belleza rara, dame tu sal para mi desabrimiento, y un rumor que arrulle mi melancolía. V o A UN PROMETEO El proverbio latino harta razón tenía: jNon est magnum ingenium sine melancholia! Un halo misterioso de inefable tristeza, joh, titán dolorido!, circunda tu cabeza, y bajo de tu frente predestinada y mustia, no sé lo que es más grande, si tu genio o tu angustia. Yo no puedo emularte ni en el bien ni en el daño: ¡Para sentir, amigo, no soy de tu tamaño! ¡Y a veces basta un rayo de sol, basta una rosa para alegrarme... tanto como a una mariposa; y el gemido del viento y el día que se viste de nubes, y hasta un poco de amor, me ponen triste! Tu altura llama al rayo, y a tí y al monte llega primero el rayo. A tu alma la fatalidad griega Sus mejores poemas 155 le sienta bien: el odio de un dios, la peña sola donde espumarajean las iras de la ola. Aléjate de un siglo nervioso, inquieto, móvil, en que el viejo Mercurio se trocó en automóvil, y Jove reina, pero cambiado en lluvia de oro; en donde las oceánidas que cantaban en coro dejaron las salobres caricias de sus mares por París, prefiriendo los g-randes bulevares a la onda piadosa que cantaba al mecerlas, y conservando sólo su afición a las perlas... ¡Aléjate! Ya el mundo no conoce a los grandes. Te quedan tus montañas: tu Cáucaso, tus Andes, tus incontaminados y quietos Himalayas, en los que ni las nubes sepan adonde vayas. ¡ESTÁ BIEN! Porque contemplo aún albas radiosas en que tiembla el lucero de Belén, y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas: gracias, ¡está bien! Porque en las tardes, con sutil desmayo, piadosamente besa el sol mi sien, 156 Amado N e r v y aún la transfigura con su rayo: gracias, ¡está bien! Porque en las noches una voz me nombra (¡voz de quien yo me sé!), y hay un edén escondido en los pliegues de mi sombra: gracias, ¡está bien! Porque hasta el mal en mí don es del cielo, pues que, al minarme, va, con rudo celo, desmoronando mi prisión también; porque se acerca ya mi primer vuelo: gracias, ¡está bien! PAPA ENERO... Papá Enero, que tienes tratos con los hielos v con las nieves (y que sin embargo remueves el celo ardiente de los gatos): guarda en tu frío protector el cuerpo y el ánima en flor de mi niña de ojos azules (en cuyas ropas y baúles hay castidades de alcanfor). Sus mejores poemas 157 Manten sus ímpetus esclavos, manten heladas sus entrañas (como los «fiords» escandinavos en su anfiteatro de montañas). Pon en su frente de azahares y en su mirar, hondo y divino, remotos brillos estelares, quietud augusta de glaciares y claridad de lago alpino. PANORAMA Un parque inmenso, con sus glorietas, sus avenidas y sus misterios. Un verde estanque con su agua inmóvil, con sus barquillas y con sus ánades. Una montaña con su castillo, con su leyenda, con su fantasma. 158 Amado N e r v Una princesa por entre el bosque, junto al estanque, tras de la almena. Y sobre de ello, princesa, bosque, castillo, estanque, flotando apenas, mi ensueño. MIS MUERTOS (Fragmento) Vita mortuorum in memoria vivorum est posita. ^ Cicerón Alma, yo estoy unido con mis muertos, con mis muertos tranquilos e inmutables, con mis pálidos muertos que desdeñan hablar y defenderse, que mataron el mal de la palabra, que solamente miran, que solamente escuchan, con su oído invisible y con sus ojos cada vez más abiertos, más abiertos, Sus mejores poemas 159 en la inmóvil blancura de los cráneos; que en posición horizontal, contemplan el callado misterio de la noche, y oyen el ritmo de las diamantinas constelaciones en el negro espacio. TRAGEDIA La luna, jibosa, untaba su luz sobre los «parterres», y el estanque nacaraba. Un gato negro maullaba, maullaba con muchas erres. (¿No es cosa muy oportuna, en versos funambulescos, pintar con trazos grotescos a los gatos y a la luna?) Surgían cantando en corro las fuentes — hervor de plata — y era cada leve chorro, bajo su irisado gorro, flautín de una serenata. La rotonda de Carrara se asomaba a la extensión del estanque, como para 160 Amado N e r v copiar en el agua clara su ágil gracia de Trianón. Y en los boscajes inciertos en que temblaban los nidos, los dioses de mármol, yertos, aunque con ojos abiertos, ha un siglo estaban dormidos. Cité a mi ilusión allí, porque aquella «mise en scéne» Luis XV, cuadraba bien, muy bien al ensueño, y la locuela celestial me envió a decir con la luna: «No puedo ir, estoy mal; un ángel me ha roto una de mis alas de cristal.» y" NO ME MUEVE MI DIOS PARA QUERERTE... Señor, sin esperanza de un bien terreno ni celeste, sin miedo de tu grandeza, he de ser bueno, en nombre de la belleza, del ritmo y la harmonía que hay en ser bueno. Sus VI j o r r s p o e m a s 161 Y quiero estar sereno, siempre sereno, como la santa madre naturaleza en las tardes de otoño, con la realeza de un mar que late en calma como un gran seno. Y quiero amarte sobre seres y cosas, porque de las criaturas esplendorosas eres el Arquetipo y el Soberano; porque encarnas en todas las mujeres hermosas, porque enciendes los astros y perfumas las rosas, y dilatas la hondura del rebelde Océano. EPITALAMIO A S. M. el Rey I Señor: todos los cuentos cuya ingenua fragancia perfumó ios tranquilos senderos de mi infancia, contaban de las bodas de un Rey adolescente, noble como una espada, como un Abril r'íente, con la bella Princesa de una isla lejana, Cándida y rubia como la luz de la mañana. Y estampas luminosas mostraban, ya a los dos recibiendo en el templo la bendición de Dios, ya, en una perspectiva de ensueño, a los fulgores del sol, los milagrosos cortejos de colores: 11 162 A^ m a d o Infantas de pureza lilial y ojos azules, cubiertas de brocados, de joyas y de tules; Abades, con su adusta comunidad, vestida de blanco y negro (sombras y luz: ¡como la vida!); Señores y Embajadas, radiantes de oro y plata, morados Arzobispos o Nuncios escarlata... Los cuentos terminaban con frases siempre iguales, siempre de esta manera: «Y hubo fiestas reales; vinieron muchos Príncipes de países extraños, trayendo cada uno magnífico presente, y la Princesa rubia y el Rey adolescente vivieron muy felices y reinaron cien años.» II Señor: Rey de una tierra de clásica hidalguía en donde, en otros tiempos, el sol no se ponía: Rey de esta madre Patria que miran como hijos innumerables pueblos, los cuales tienen fijos hoy en ella sus ojos obscuros, con amor; descendiente de claros monarcas, ¡oh Señor!, en vos miramos todos los hijos de la Grey hispana al joven símbolo de la Raza. Sois Rey aún, en cierto modo, de América, como antes: Rey, mientras que el idioma divino de Cervantes melifique los labios y cante en las canciones de diez y ocho Repúblicas y cincuenta millones de seres; mientras rija las almas y la mano el ideal austero del honor castellano. ■S ti s m e j o r e s x^ o e m a s 163 Rey, mientras que las vírgenes de esa América mía lleven en sus miradas el sol de Andalucía; Rey, mientras que una boca, con celeste reclamo, pronuncie en nuestra lengua sin par un «jYo te amo!»; Rey, mientras de unos ojos o de unos labios brote ya el llanto, ya la risa, leyendo a «don Quijote»; Rey, mientras que no olviden, al palpitar las olas, el ritmo que mecía las naos españolas; Rey, mientras haya un héroe que oponga el firme pecho como un baluarte para defender el derecho; Rey, como cuando el manto de torres y leones, cobijaba dos mundos como dos corazones; Rey, en fin, en las vastas mitades del planeta, mientras haya un hidalgo y un santo y un poeta. III Señor: aquesta rima que os trae mi labio ufano, que siempre se gloría de hablar el Castellano, es de mi bella patria la ofrenda perfumada, el lírico homenaje de mi México amada; de México, sirena que en dos mares se baña, y a quien nuestros abuelos llamaron «Nueva España», porque en ella encontraron la imagen de este suelo: la misma tierra ardiente y el mismo azul del cielo. IV Señor: como en los cuentos cuya ingenua fragancia perfumó los tranquilos senderos de mi infancia, 164 A m a do N e r v celebráis vuestras bodas, vos, Rey adolescente, noble como una espada, como un Abril r'íente, con la bella Princesa de una isla lejana, candida y rubia como la luz de la mañana. ¿Qué desear ahora para vuestro contento sino que todo acabe también como en un cuento, y pueda repetirse con las sacramentales palabras de los cuentos: «Y hubo fiestas reales; vinieron muchos Príncipes de países extraños, trayendo cada uno magnífico presente, y la Princesa rubia y el Rey adolescente vivieron muy felices y reinaron cien años!» EL VIEJO SOLAR ]Oh, las torres cuadradas, en la paz de la villa! ¡Oh, las lomas bermejas y el panzudo batán! ¡Oh, severo paisaje del solar de Castilla, con tus diáfanos cielos y tu tierra amarilla y ambiente . :\sto, como para un inmenso afán! Silueta de mancebo, que, cuando el surco labras, del claro ar- í recortas tu agraria majestad; torreones r:! cientos al borde de las abras. S 11 s m € j o r e s p o e m a s 165 rebaños resonantes y trémulos de cabras, que en la apacible tarde volvéis a la ciudad! Toledo altiva y procer, Valladolid, Segovia, Avila cinta en torres, ascético Escorial, Burgos huraña, cuya viril tristeza agobia... oh, tierra de Castilla, te quiero como a novia; a mi esquivez complaces, y en ti está bien mi mal. SERENIDAD autobiografía ¿Versos autobiográficos? Ahí están mis canciones, allí están mis poemas: yo, como las naciones venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada, no tengo historia: nunca me ha sucedido nada, ¡oh noble amiga ignota!, que pudiera contarte. Allá en mis años mozos, adiviné del Arte la harmonía y el ritmo, caros al Musageta, y, pudiendo ser rico, preferí ser poeta. — ¿Y después? — He sufrido como todos y he amado. — ¿Mucho? — Lo suficiente para ser perdonado... Sus m e j o r e s p o e m a s 167 PRIMERA PAGINA He desdeñado todo lo pequeño, y tranquilo, enigmático, risueño, paso la vida mía , hilando la hebra de oro de mi ensueño en la rueca de mi melancolía. MEDIUMNIDAD Antrum adjuvat vatem. V Si mis rimas fuesen bellas, enorgullecerme dellas no está bien, pues nunca mías han sido en realidad: al oído me las dicta... ¡no sé «quién»! Yo no soy más que el acento del arpa que hiere al viento veloz, no soy más que el eco débil, ya jubiloso, ya flébil, de una voz... 168 A m a d o N Quizás a través de mí van despertando entre sí dos almas llenas de amor, en un misterioso estilo, y yo no soy más que el hilo conductor. SOLIDARIDAD Alondra, ¡vamos a cantar! Cascada, ¡vamos a saltar! Riachuelo, ¡vamos a correr! Diamante, ¡vamos a brillar! Águila, ¡vamos a volar! Aurora, ¡vamos a nacer! ¡A cantar! ¡A saltar! ¡A correr! ¡A brillar! ¡A volar! ¡A nacer! Más allá del río insano de la vida del bullir pasional, el Océano Pacífico del morir... Con su gris onda severa, S II s mejores p o e m a s KiO con su inmensa espalda inerte que no azota volandera brisa alguna... Y mi g-alera de ébano y plata se advierte ^ sola, en el mar sin ribera de la Muerte! LA MONTAÑA Desde que no persigo las dichas pasajeras, muriendo van en mi alma temores y ansiedad: la Vida se me muestra con amplias y severas perspectivas, y siento que estoy en las laderas de la montaña augusta de la Serenidad. Comprendo al fin el vasto sentido de las cosas, sé escuchar en silencio lo que en redor de mí murmuran piedras, árboles, ondas, auras y rosas... Y advierto que me cercan mil formas misteriosas que nunca presentí. Distingo un santo sello sobre todas las frentes; un divino «me fecit Deus», por dondequier, y noto que me hacen signos inteligentes las estrellas, arcano de las noches fulgentes, y las flores, que ocultan enigmas de mujer. 170 A m a fl o N ^ r v o La Esfinge, ayer adusta, tiene hoy ojos serenos; en su boca de piedra florece un sonreír cordial, y hay en la comba potente de sus senos blanduras de almohada para mis miembros llenos a veces de la honda laxitud del vivir. Mis labios, antes pródigos de versos y canciones, ahora experimentan el deseo de dar ánimo a quien desmaya, de verter bendiciones, de ser caudal perenne de aquellas expresiones que saben consolar. Finé mi humilde siembra; las mieses en las eras empiezan a dar fruto de amor y caridad; se cierne un gran sosiego sobre mis sementeras; mi andar es firme... ¡Y siento que estoy en las laderas de la montaña augusta de la Serenidad! VENGANZA Hay quien arroja piedras a mi techo, y después hurta hipócritamente las manos presurosas que me dañaron... Yo no tengo piedras, pues sólo hay en mi huerto rosales de olorosas rosas frescas, y tal mi idiosincrasia es, que aun escondo la mano tras de tirar las rosas. S u s m e j o r e s p. o e m a s 171 VIA, VERITAS ET VITA Ver en todas las cosas de espíritu incógnito las huellas; contemplar sin cesar en las diáfanas noches misteriosas, la santa desnudez de las estrellas. ¡Esperar! ¡Esperar! ¿Qué? ¡Quién sabe! Tal vez una futura y no soñada paz... Sereno y fuerte, correr esa aventura subHme y portentosa de la muerte. Mientras, amarlo todo... y no amar nada, sonreir cuando hay sol y cuando hay brumas; cuidar de que en el áspera jornada no se atrofien las alas, ni oleada de cieno vil ensucie nuestras plumas: Alma: tal es la orientación mejor, tal es el instintivo derrotero que nos muestra un lucero interior. 172 A m a d o N e Aunque nada sepamos del destino, la noche a no temerlo nos convida. Su alfabeto de luz, claro y divino, nos dice: «Ven a mí: soy el Camino, la Verdad y la Vida.» / ÉXTASIS ¡Serenidad! ¡Serenidad! El mar, • como un gran poeta, nos anima al ensueño, y el enjambre estelar tan inmediato nos parece estar cual si fuese a caérsenos encima, derrumbándose como inmenso altar... Un gran fleco espumoso se desgarra en la arena lentamente, como encaje de albor fosforescente, y a la vez — ¡oh milagro! — melodioso. El mar, así arropado en la diáfana noche diamantina, se nos figura más desmesurado que cuando a plena luz lo hemos mirado: ¡siempre es más grande lo que se adivina! Sus mejores p o e m a s 173 [Serenidad! ¡Serenidad! La palma con esbelteces nubiles, descuella cual Sulámita en éxtasis, ...y el alma comulga con la luz de cada estrella. LLEGO EL OTOÑO ¡Oh mi dilecta paz laboriosa, mis placideces de solitario junto a la almita candida, lírica y jubilosa de mi canario! ¡Oh sutil aire lleno de arbóreas emanaciones; oh cielo límpido que se descubre de mis ventanas; oh loca esencia de mis marmóreas varas de nardo (nieve olorosa del mes de octubre)! ¡Precoz blancura de la eminente y augusta cumbre del Guadarrama! ¡Tinte ya sepia, pero riente aún y su ave del panorama! ¡Sol quizá triste, por lo distante; mas con celeste blandura dando su luz y abrigo! ¡Sol que sonríe como el semblante acaso pálido, mas bondadoso, de un viejo amigo! 174 A m a d o Ñervo Y en cada brote, flor o retoño, cierta solemne gracia tardía que nos murmura: «¡Soy el otoño! Soy el otoño . lleno de santa melancolía...» «Pasó el verano que hace a la virgen tan seductora; pasó el impulso febril que sexos y almas agita; ya del silencio contemplativo llegó la hora... Piensa serenamente en lo Arcano, ¡calla... medita!» RENUNCIACIÓN Oh Siddharta Gautama, tú tenías razón: las angustias nos vienen del deseo: el edén consiste en no anhelar, en la renunciación completa, irrevocable, de toda posesión: quien no desea nada, dondequiera está bien. El deseo es un vaso de infinita amargura, un pulpo de tentáculos insaciables, que al par que se cortan, renacen para nuestra tortura. El deseo es el padre del esplín, de la hartura, ]y hay en él más perfidias que en las olas del mar! Quien bebe como el Cínico el agua con la mano, quien de volver la espalda al dinero es capaz, quien ama sobre todas las cosas al Arcano, S ti s 711 e j O r e s p o e m a s 17 ¡ése es el victorioso, el fuerte, el soberano, y no hay paz comparable con su perenne paz! FIDELIDAD De todo y todo lo que yo he amado, sólo las rimas no me han dejado. Conmigo moran bajo la tienda, o vuelan ágiles a mi lado, mientras claudico, ya fatigado, por agria senda. Doliente, triste... mas resignado a que ninguno mi mal comprenda, en el Misterio me he refugiado. En la comarca de lo soñado, frente al castillo de la Leyenda, vivo ignorado. Pero las rimas no me han dejado: conmigo moran bajo la tienda. «V ce s o 1 i ! »... dice, rugiendo airado, el Viento, en torno de mi vivienda. «Voe s o 1 i !» aulla desesperado... Y yo le grito (para que entienda): — «No estoy tan solo, compadre alado: tengo mis rimas; no me han dejado: conmigo moran bajo la tienda.» 176 A m a d o N e r v SERENA TU ESPÍRITU Serena tu espíritu, vive tu vida en paz. Si sólo eres sombra que traga la eternidad, ¿por qué te torturas, por qué sufrir, llorar? ¿Que fuiste infeliz una hora? Pues búscala... ¿En dónde se encuentra esa hora? Pasó... ¡no es más! Tu pobre vivir, malo, bueno, cayendo va en un pozo obscuro... Las dichas ¿qué más te dan, si apenas adviertes un goce ya muerto está? ¡Serena tu espíritu, vive tu vida en paz! Sus m e j o r e s poemas 177 YO NO SOY DEMASIADO SABIO... Yo no soy demasiado sabio para negarte, Señor; encuentro lógica tu existencia divina; me basta con abrir los ojos para hallarte; la creación entera me convida a adorarte, y te adoro en la rosa y te adoro en la espina. ¿Qué son nuestras angustias para querer por ellas argüirte de cruel? ¿Sabemos por ventura si tú con nuestras lágrimas fabricas las estrellas, si los seres más altos, si las cosas más bellas se amasan con el noble barro de la amargura? Esperemos, suframos, no lancemos jamás a lo Invisible nuestra negación como un reto. Pobre criatura triste, ¡ya verás, ya verás! La Muerte se aproxima... ¡De sus labios oirás el celeste secreto! ULTRAVIOLETA Hay problemas que tienen claridades de luna y otros con esplendores de mañana de abril. 12 178 Amado N e r Mi problema, luz vierte muy blanda y oportuna: no es que esté obscuro, es una claridad más sutil... Claridad para ojos crepusculares, para ojos contemplativos, avezados a ver ese presentimiento de luz tan tenue y rara que palpita en los ortos, antes de amanecer... SOL Mi alma serena vive y sumisa. Maté tristezas, ansia, inquietud. Sobre el desastre de mi salud, brilla el sol claro de mi sonrisa. Nada mi firme sosiego altera. La vida amasa barro a mis pies; pero mi frente más limpia es que un medio día de primavera. Doliente amigo: ven de mí en pos. Si estás por sombras obscurecido, yo con los tristes mi sol divido: jhay luz bastante para los dos! 1 S ti s ni e j o r € s p o e m a s 179 COMUNIÓN Son horas de infinita serenidad, muy bellas, y en idéntico ensueño comulgamos los dos. La noche nos regala con un montón de estrellas: la paz está en las almas... ¡Bendigamos a Dios! Dilata tus pupilas para que el firmamento refleje y copie en ellas su augusta majestad. jEnsancha bien tu espíritu! Abre tu pensamiento, ipara que en ellos quepa toda la eternidad! SONAR ES VER... Soñar es « ver: » un ángel que llega callandito, deshace nuestras vendas con dedos marfileños... La noche es de los dioses; soñando, los visito. ¡Quién sabe qué ventanas que dan al Infinito nos abren los ensueños! 180 Amado Ñervo DE PASADA A mis presurosos años, que serenos por el mundo marchan, al placer ajenos, díceles la Dicha, viéndoles venir, y ellos le responden lo que vais a oir: —«Oh la turba pálida, ¿por qué tan de prisa? Descansad un rato, vuestra es mi morada; os daré mi lecho, mi pan, mi sonrisa...» — «Somos peregrinos; vamos de pasada; no queremos nada.» — «Aceptad al menos, para restauraros, la candida leche, recién ordeñada, de mi vaca negra de los ojos claros...» — «Somos peregrinos; vamos de pasada: no queremos nada.» — «Respirad un poco la ideal esencia de mis bellas flores que el rocío baña: hay lirios de Harlem, rosas de Florencia, claveles de España... Escuchad siquiera los diáfanos trinos de mis ruiseñores bajo la enramada...» S u s mejores poemas 181 — «Somos peregrinos; vamos de pasada; no queremos nada.» ¡OH, LA RAPAZA! Oh, la rapaza de quince abriles, asustadiza como las corzas y los antílopes... ¡No, no duquesas ni damiseleis llenas de nervios y de melindres, de carnes flácidas, embadurnadas de crema y tintes! ¡Estoy cansado de «p ose» y seudo- refinamiento, de snobs y títeres! Dame tu boca tan fresca, dame tus brazos tan firmes, dame tus ojos, dame tu cuello; dáteme toda tú, virgen! 182 Amado Ñervo NOCTURNO PARISIENSE Desde la terraza de un café. Pasa la barba poética, fluvial y profética, de un bohemio que no come nada. Pasa la paz apoplética y congestionada de un vividor... Pasa, hética, alguna peripatética trasnochada, muy pintada... Pasa un apache con una golfa. — Queda el bulevar encomendado a la luna de París... ¡Voime a acostar! — Bueno, y a qué tanta vana verba... — Pues pregúntalo mañana: Sus mejores poema 183 Hoy es tarde y tengo g-ana «de faire dod o!» LOS CUATRO CORONELES DE LA REINA La reina tenía cuatro coroneles: un coronel blanco, y un coronel rojo, y un coronel negro, y un coronel verde. El coronel blanco, nunca fué a la guerra; montaba la guardia cuando los banquetes, cuando los bautizos y cuando las bodas; usaba uniforme de blancos satenes; cruzaban su pecho brandeburgos de oro, y bajo su frente, que la gran peluca nivea ennoblecía, sus límpidos ojos de un azul celeste brillaban, mostrando los nobles candores de un adolescente. El coronel rojo, siempre fué a la guerra con sus mil jinetes o, llevando antorchas en las cacerías, con ellas pasaba cual visión de fiebre. 184 A m a d o N e r v Un yelmo de oro con rojo penacho cubría sus sienes; una capa flotante de púrpura al cuello ceñía con vivos joyeles, y su estoque ostentaba en el puño enorme carbúnculo ardiente. El coronel negro para las tristezas, los duelos y las capillas ardientes; para erguirse cerca de los catafalcos y a las hondas criptas descender solemne, presidiendo mudas filas de alabardas, tras los ataúdes de infantes y reyes. Mas cuando la reina dejaba el alcázar, a furtos de todos, recelosa y leve; cuando por las tardes, en su libro de horas, miniado por dedos de monje paciente, murmuraba rezos tras de los vitrales; cuando en el reposo de los escabeles bordaba rubíes sobre los damascos, mientras la tediosa cauda de los meses pasaba arrastrando sus mayos floridos, sus julios quemantes, sus grises diciembres; cuando en el sueño sumergía su alma, silencioso, esquivo, la guardaba siempre con la mano puesta sobre el fino estoque, el coronel verde... 185 El coronel verde llevaba en su pecho vivo coselete color de cantárida; fijaba en su reina ojos de batracio, destilando fiebre; tfémula esmeralda lucía en su dedo, menos que sus crueles miradas de ópalo, henchidas de arcanos y sabiduría, como de serpiente... Y desde que el orto sus destellos lanza hasta que en ocaso toda luz se pierde quizás como un símbolo, como una esperanza, iiba tras la reina su coronel verde! IPARÍS! Se escuchan lejanas orquestas que tienen no sé qué virtud. El Bosque es un nido de fiestas.. ¡Oh! jmi juventud! Islotes de azul claridad, cascada que en blando fluir despeña su diafanidad, [dicha de vivir! Mujeres que sólo se ven ^quí, como cisnes, pasar, 186 Amado Ñervo y prometedoras de un bien ' que no tiene par... Prestigio de flores de lis, perfume de labios en flor... * ¡París! ¡Oh, París! ¡Oh, París! ¡Invencible amor! WHISKY AND SODA Aun cuando yo no beba (quizás por no poder) ni el familiar e inocuo vermut, no se incomoda mi moral con el triste cuyo solo placer es el topacio líquido de su whisky con soda. Si, como Baudelaire dijo, es fuerza estar ebrios de algo (virtud, ensueño, vino, amor), yo querría más que el tosco excitante de glóbulos y nervios vivir borracho de éxtasis, de fe, de poesía... ¡Pero siento no sé qué atracción singular por aquellos misántropos de soledad beoda y lírica, que buscan en el fondo del bar las mentales caricias de su whisky con soda! Sus mejores poemas 187 SILENCIOSAMENTE... Silenciosamente miraré tus ojos, silenciosamente cogeré tus manos, silenciosamente, cuando el sol poniente nos bañe en sus rojos fuegos soberanos, posaré mis labios en tu limpia frente, y nos besaremos como dos hermanos. Ansio ternuras castas y cordiales, dulces e indulgentes rostros compasivos, manos tibias... ¡tibias manos fraternales! ojos claros... ¡claros ojos pensativos! Ansio regazos que a entibiar empiecen ^ mis otoños; almas que con mi alma oren; labios virginales que conmigo recen; diáfanas pupilas que conmigo lloren. cobardía Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza! ¡Qué rubios cabellos de trigo garzul! ISS Amado N e r v ¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza de porte! Qué formas bajo el fino tul... Pasó con su madre. Volvió la cabeza: ¡me clavó muy hondo su mirada azul! Quedé como en éxtasis... Con febril premura, «¡Sigúela!» gritaron cuerpo y alma al par. ...Pero tuve miedo de amar con locura, de abrir mis heridas, que suelen sangrar, ¡y no obstante toda mi sed de ternura, cerrando los ojos, la dejé pasar! PÁJARO MILAGROSO Pájaro milagroso, colosal ave blanca que realizas el sueño de las generaciones: tú que reconquistaste para el ángel caído las alas que perdiera luchando con los dioses; pájaro milagroso, colosal ave blanca, jamás mis ojos, hartos de avizorar el orbe, se abrieron más que ahora para abarcar tu vuelo, mojados por el llanto de las consolaciones. ¡Por fin!, ¡por fin!, clamaba mi espíritu imperioso; jpor fin!, ¡por fin!, decía mi coreizón indócil; US mejores poemas 189 ¡por fin!, cantaba el ritmo de la sangre en mis venas? ¡por fin tenemos alas los hijos de los hombres! Padre, que ansiabas esto, que moriste sin verlo; poetas que por siglos soñasteis tales dones, Icaros lamentables que despertabais risas, ¡hoy, sobre vuestras tumbas, vuela zumbando, enorn^j el milagroso pájaro de las alas nevadas, que cristaliza el sueño de las generaciones! ¡Y se abren para verle más aún vuestras cuencas, y vuestros huesos áridos se coronan de flores! ¡Oh Dios, yo que cansado del trajín triste y frivolo del mundo, muchas veces ansié la eterna noche, hoy te digo: ¡más vida. Señor, quiero más vida para poder cernerme como un águila, sobre todas las vanidades y todas las bellezas, proyectando sobre ellas mi vasto vuelo procer!, ¡Ya tenemos de nuevo pegaso los poetas! ¡Y qué pegaso, amigos, nos restituye Jove! Exaltación divina llene nuestros espíritus, un «Tedeum Laudamus» de nuestros labios brote, y mueran sofocadas por las manos viriles, viejas melancolías, vagas preocupaciones. ¡A vivir! ¡A volar! ¡Borremos las fronteras! ¡Gobiernos, vanamente queréis hacer un óbice de lo que es un gran signo de paz entre los pueBlos! 190 A m a do N e r v iNo mancilléis al pájaro celeste con misiones de guerra: él las rechaza; nació para el mensaje cordial, y siembra besos de paz entre los hombres! EL CONVENTO Oh soñado convento, donde no hubiera dogmas, sino mucho silencio... Una gran biblioteca, un vastísimo huerto con recodos de sombra, de quietud y misterio, y en él un telescopio para asomarse al cielo, ¡para mirar siquiera la Patria desde lejos, mientras llega el instante de volver a lo eterno! SUPREMO ARRULLO Cuando en el ponto sonoro, el sol, milagro de oro, diaria transfiguración, derrama en la onda sumisa como una sonrisa Sus mejores }:> o e m a s 191 sus rayos que hacían cantar a Memmon, las viejas sirenas repasan en coro una nueva canción. Tiene|la canción, divino ritmo, lento, cristalino, (que recuerda un responso latino), y hecha está para arrullar a las víctimas de cada submarino que rotos los flancos, en un torbellino de espumas, al fondo desciende del mar. SÍ, POBRE VIEJECITA... Sí, pobre viejecita, ya ninguno te escucha! Los fastidias a todos con tu buena memoria. Tu lentitud es grande; su frivolidad, mucha... y te huyen porque siempre narras la misma historia, Pero yo soy paciente, y sentado a tu puerta, escucharé. No temas; puedes hablar tranquila, mientras menea el viento las ramas de la huerta y se muere a lo lejos un crepúsculo lila. Déjalos que se vayan, en su atolondramiento, a decir ellos y ellas, palabras mentirosas, y cuéntame, abuelita, tu mismo viejo cuento, al compás de tus manos largas y sarmentosas. ELEVACIÓN LUGAR COMÚN... Lugar común, seas loado por tu límpida prosapia, y nunca más desdéñente los hombres. Expresión dicha ya por cien millones de bocas, está así santificada. Cien millones de bocas han clamado: «Dios mío», y cien millones de veces el Eterno encarnó en ese grito. Cien millones de bocas dijeron «Yo te amo», y al decirlo engendraron cien millones de veces al amor, padre del mundo. Hay todavía locos que pretenden decirnos algo nuevo, porque ignoran los libros esenciales á Sus m € j o r e s p o e m a s 193 en que está dicho todo. Buscan las frases bárbaras, las torcidas sintaxis, los híbridos vocablos nunca juntos antes, y gritan: «Soy un genio, ¡eureka!» ...Mas los sabios escuchan y sonríen. ¡Oh, tú. Naturaleza, madre santa! ¡Oh, tú, la siempre igual y siempre nueva, monótona, uniforme, simple, como la eternidad: bendita seas siempre! Bendito seas, mar, cantor perpetuo de la misma canción... Bendito seas, viento, que hieres las perennes cuerdas de los árboles quietos y sumisos. Bendito seáis, moldes de donde surge el mundo cada día semejante a sí propio; bendita la unidad de las estrellas; bendita la energía de donde todo viene, y que es idéntica bajo diversas fases ilusorias. Hablemos cual los dioses, que siempre hablan lo mismo. Digamos las palabras sagradas que dijeron los abuelos al reir y al llorar, al amar y al morir. .. Mas al decir: «amor», «dolores», «muerte», 18 194 Amado N e r v digámoslo en verdad, con amor, con dolores y con muerte. ¡OH SANTA POBREZA! Oh santa pobreza, dulce compañía, timbre de nobleza, cuna de hidalguía: ven, entra en mi pieza, tiempo ha no te vía! Pero te aguardaba, y austero pasaba la existencia mía. ¡Oh santa pobreza, crisol de amistades, orto de verdades, venero de alteza y aguijón de vida: ven, entra en mi pieza, seas bienvenida! Callado y sereno me hallarás, y lleno del alto ideal . que en los rubios días Sus mejores x^ o e m a s 195 de mis lozanías, y ahora en mi ocaso, aviva mi paso por el erial. ¡Oh santa pobreza, dulce compañía: ven, entra en mi pieza, tiempo ha no te vía! ¡RENOMBRE! ¡Renombre, renombre! ¿qué quieres de mí? ¡Déjame en mi sombra, tu vuelo deten, calla de tus trompas el son baladí...! ¡Si hicieses ruido se iría de aquí Dios, único bien! ¡Renombre, renombre, vete! Muchos quieren que halagues su oído; muchos que se mueren de hambre y sed de elogios... Olvídame a mí, con^ un gran olvido: como si jamás hubiera existido. ...Y no hagas ruido, que estoy bien así. 196 A m a d o Ñervo EL DON Oh vida, ¿me reservas por ventura algún don? (Atardece. En la torre suena ya la oración). Oh vida, ¿me reservas por ventura algún don? Plañe en las ramas secas el viento lastimero; se desangra el crepúsculo en un vivo reguero... Oh vida, ¡dime cuál será ese don postrero! ¿Será un amor muy grande tu regalo mejor? (¡Unos ojos azules, unos labios en flor!) ¡Oh, qué dicha, qué dicha si fuese un gran amorl ¿O será una gran paz: ésa que necesita mi pobre alma, tras tanto peregrinar con cuita? ¡Sí, tal vez una paz... una paz infinita! ...¿O más bien el enigma del que camino en pos se aclarará, encendiéndose como una estrella en los hondos cielos, y entonces ¡por fin! hallaré a Dios? Oh vida, que devanas aún esta porción de mis días obscuros: suena ya la oración; cae la tarde... ¡Apresúrate a traerme tu don! Sus mejores p o e m a s 197 TODO YO Todo yo soy un acto de fe. Todo yo soy un fuego de amor. En mi frente espaciosa lee, mira bien en mis ojos de azor: ¡hallarás las dos letras de FE y las cuatro, radiantes, de AMOR! Si vacilas, si deja un porqué en tu boca su acerbo amargor, ¡ven a mí, yo convenzo, yo «sé»! Mi vida es mi argumento mejor. Todo yo soy un acto de FE. Todo soy yo un fuego de AMOR. AMABLE Y SILENCIOSO Amable y silencioso ve por la vida, hijo. Amable y silencioso como rayo de luna... En tu faz, como flores inmateriales, deben florecer las sonrisas. 198 Amado Ñervo Haz caridad a todos de esas sonrisas, hijo. Un rostro siempre adusto es un día nublado, es un paisaje lleno de hosquedad, es un libro en idioma extranjero. Amable y silencioso ve por la vida, hijo. Escucha cuanto quieran decirte, y tu sonrisa sea elogio, respuesta, objeción, comentario, advertencia y misterio... EN PAZ Artifex vítOBy artifex suL Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo. Vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje las mieles o la hiél de las cosas, fué porque en ellas puse hiél o mieles sabrosas: cuando planté rosales, coseché siempre rosas. ...Cierto, a mis lozanias va a seguir el invierno: jmas tú no me dijiste que Mayo fuese eterno! Sus mejores p o e m a s 199 Hallé sin duda largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tú sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! EXPECTACIÓN Siento que algo solemne va a llegar en mi vida. ¿Es acaso la muerte? ¿Por ventura el amor? Palidece mi rostro; mi alma está conmovida, y sacude mis miembros un sagrado temblor. Siento que algo sublime va a encamar en mi barrOy en el mísero barro de mi pobre existir. Una chispa celeste brotará del guijarro, y la púrpura augusta va el harapo a teñir. Siento que algo solemne se aproxima, y me hallo todo trémulo; mi alma de pavor llena está. Que se cumpla el destino, que Dios dicte su fallo. Mientras, yo, de rodillas, oro, espero y me callo, para oir la palabra que el ABISMO dirá. 200 Amado N EL CASTAÑO NO SABE... El castaño no sabe que se llama castaño; mas al aproximarse la madurez del año, nos da su noble fruto de perfume otoñal; y Canopo no sabe que Canopo se llama; pero su orbe coloso nos envía su llama, y es de los universos el eje sideral. Nadie mira la rosa que nació en el desierto; mas ella, ufana, erguida, muestra el cáliz abierto, cual si mandara un ósculo perenne a la extensión. Nadie sembró la espiga del borde del camino, ni nadie la recoge; mas ella, con divino silencio, dará granos al hambriento gorrión. ¡Cuántos versos, oh, cuántos, pensé que nunca he escrito, llenos de ansias celestes y de amor infinito, que carecen de nombre, que ninguno leerá; pero que, como el árbol, la espiga, el sol, la rosa, cumplieron ya, prestando su expresión armoniosa a la INEFABLE ESENCIA, que es, ha sido y será! / Sus mejores p o e m a s 201 SI UNA ESPINA ME HIERE... * Si una espina me hiere, me aparto de la espina ...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad envidiosa en mí clava los dardos de su inquina, esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro ambiente de amor y caridad. ¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores! Ni restañan heridas, ni corrigen el mal. Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores, y no prodiga savias en pinchos punzadores: si pasa mi enemigo cerca de mi rosal, Se llevará las rosas de más sutil esencia; y si notare en ellas algún rojo vivaz, ¡será el de aquella sangre que su malevolencia de ayer vertió, al herirme con encono y violencia, y que el rosal devuelve, trocada en flor de paz! CALLEMOS... ¡Cuánto, cuánto se habla sin ton ni son; qué declamar perpetuo 202 A 7n a d o N e r v de retóricas nulas! ¿No es mejor por ventura el silencio? Que el ESPÍRITU selle nuestra boca con sus siete sellos, y florezcan en paz nuestros enigmas... ¡Callemos, callemos! ¡Oh! la estéril balumba... ¡Y ser la VIDA tan honda como es! ¡ser el misterio tan insondable! Triste afán de ruido que mancilla lo ETERNO que palpita en nosotros... ¡Callemos, callemos! Los ángeles vendrán a reposarse en las ramas del árbol mudo y quieto, como divinos pájaros de nieve. ¡Hay tantas cosas que callar con ellos! Debe callarse todo lo sublime, todo lo excelso. Hasta los nombres que a las cosas damos, empañan el espejo del SER, en que se mira el ARQUETIPO, trémulo de luz, de santidad y de pureza. ¡Callemos, callemos! En el callar hay posibilidades sin límite, hay portentos s US mejores j) o e m a s 203 celestes, hay estrellas, más estrellas que en todo el firmamento. El alma y Dios se besan, se confunden, y son una sola alma en el inmenso mar del éxtasis, manso, inalterable... jCallemos, callemos! jOH DOLOR! Oh dolor, buen amigo, buen maestro de escuela, gran artífice de almas, incomparable espuela para el corcel rebelde... hiere, hiere hasta el fin! ¡A'ver si de ese modo, con un poco de lodo, forjas un serafín! SICUT NAVES... Ships that pass in the night... LONGFELLOW. Los hombres son «cual naves que pasan en la noche...» ¡Adonde van, adonde! 20á Amado Ñervo ¡Qué negro está en redor el mar! Chocan las olas con el casco, y producen un plañido monótono... Hace frío. Los astros se recatan; el viento su látigo implacable chasquea entre las sombras. El pobre nauta tiembla de miedo. Las heladas garras de un gran enigma su corazón oprimen; sus esperanzas gimen solas y abandonadas, uniendo a los plañidos del agua su reproche. En redor ¡cuántas cosas hostiles e ignoradas! Los hombres son «cual naves que pasan en la noche...» Pero de pronto el nauta mira al cielo: ¿es de un astro ese rayito pálMo que desgarró la nube? ¡Fué la visión tan breve!... Mas un sutil instinto, un no sé qué, en lo hondo del conturbado espíritu, le dice: «No estás solo. La noche es un engaño. Dios hizo las tinieblas para obligar al triste a que cierre los ojos y mire en su interior la verdad escondida. Si los ojos abiertos son para ver la vida, con los ojos cerrados es como ve el amor. La rosa del arcano tiene invisible broche; pero tenaz perfume, que denuncia el camino. Los hombres son «cual naves que pasan en la noche...» ¡mas en el alma llevan un timonel divino!» US ' mejores poemas 205 YA NO TENGO IMPACIENCIA... Ya no tengo impaciencia, porque no aguardo nada. Ven, Fortuna, o no vengas; que tu máquina alada llegue al toque del alba, llegue al toque de queda; con el brote abrileño, con la hoja que rueda... Ya no tengo impaciencia, porque no aguardo nada. Al fulgor de las tardes, del balcón anchuroso de mi estancia tranquila, con un libro en la mano, yo contemplo el paisaje, siempre austero y hermoso; y mi espíritu plácido, con fervor religioso, tiende amante las alas de oro en pos del Arcano. Nadie turba las aguas deste lago dormido de mi ser, deste lago de caudal puro y terso. No hay afán que me inquiete; nada quiero ni pido, y del cáliz de mi alma, cual aroma elegido, brota candido, uncioso y apacible, mi verso! PECAR... En la armonía eterna, pecar es disonancia; pecar proyecta sombras en la blancura astral. 206 A m a d o N e r v El justo es una música y un verso, una fragancia y un cristal. En la madeja santa de luz de los destinos, pecar es negro nudo, tosco nudo aislador. Pecar es una piedra tirada en los caminos del amor... Pecar es red de acero para el plumaje ingrávido; membrana en la pupila que quiere contemplar el ideal; parálisis en el ensueño, ávido de volar. Oh mi alma, ya no empañes tu pura esencia ignota; no te rezagues de la bandada, que veloz traza una gran V trémula en la extensión remota. Oh mi alma, une al gran coro de los mundos la nota de tu voz... SI TÚ ME DICES «¡VEN!» Si tú me dices: «¡Ven!», lo dejo todo... No volveré siquiera la mirada para mirar a la mujer amada... Pero dímelo fuerte, de tal modo, que tu voz, como toque de llamada, vibre hasta en el más íntimo recodo Sus m e j o y e s poemas '207 del ser, levante el alma de su lodo y hiera el corcizón como una espada. Si tú me dices: «¡Ven!», todo lo dejo. Llegaré a tu santuario casi viejo, y al fulgor de la luz crepuscular; mas he de compensarte mi retardo, difundiéndome, oh Cristo, como "un nardo de perfume sutil, ante tu altar! LA MEJOR POESÍA Silence is deep as Eternityy speech is shallow as Time. Carlyle No escribiré más versos, oh misteriosos númenes, no imprimiré más vanos y sonoros volúmenes» — el poeta decía — . «De hoy más, sea el silencio mi mejor poesía. De hoy más, el ritmo noble de mis actos diversos, sea, celestes númenes, el ritmo de mis versos. De hoy más, estos mis ojos, de mirar claro y puro, cerca de cuya lumbre todo verso es obscuro, traduzcan lo inefable de mis ansias supremas, mejor que las estrofas de los hondos poemas...» «Y lo que su silencio no supiere expresar. 208 Amado N e r v leedlo en las estrellas, las montañas, el mar; en la voz temblorosa de una amante mujer (siempre y cuando su enigma sutil sepáis leer); en las brisas discretas, en el trueno salvaje, y en la nube andariega que siempre va de viaje». «¡Oh diáfano hilo de agua: lo que yo callo di! ¡Oh rosa milagrosa: haz tú versos por mí!» DIOS TE LIBRE, POETA Dios te libre, poeta, de verter en el cáliz de tu hermano la más pequeña gota de amargura. Dios te libre, poeta, * de interceptar siquiera con tu mano la luz que el sol regale a una criatura. Dios te libre, poeta, de escribir una estrofa que contriste; de turbar con tu ceño y tu lógica triste la lógica divina de un ensueño; de obstruir el sendero, la vereda que recorra la más humilde planta; de quebrantar la pobre hoja que rueda; de entorpecer, ni con el más suave Sus mejores poemas 209 de los pesos, el ímpetu de un ave o de un bello ideal que se levanta. Ten para todo júbilo, la santa sonrisa acogedora que lo aprueba; pon una nota nueva en toda voz que canta, y resta, por lo menos, un mínimo aguijón a cada prueba que torture a los malos y a los buenos. ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, ROSA...? ¿Qué estás haciendo, rosa...? — Estoy en éxtasis. — Agua, ¿qué estás haciendo? — Aparta, aparta: no perturbes mi espejo con tu imagen... Estoy copiando un ala. Estoy copiando un ala peregrina, ¡blanca, muy blanca! — Inmóviles follajes de los olmos, ¿por qué están silenciosas vuestras arpas? Se dijera que, en vez de dar conciertos, los escucháis... — ¡Por Dios, aguarda, aguarda! 14 210 Amado N que estamos aprendiendo melodías misteriosas, que pasan en la inquietud augusta de estas noches estivales: son almas que revuelan cantando... ¡Si tú escuchar pudieras lo que cantan, ya no más a las músicas terrestres les pedirías nada! ESPACIO Y TIEMPO . . . Esta, cárcel, estos hierros en que el alma esta metida!- Santa Teresa. Espacio y tiempo, barrotes de la jaula en que el ánima, princesa encantada, está hilando, hilando, cerca de las ventanas de los ojos (las únicas aberturas por donde suele asomarse, lánguida). Espacio y tiempo, barrotes de la jaula: Sus m e ] o r e s poemas 211 ya os romperéis, y acaso muy pronto, porque cada mes, hora, instante, os mellan, ¡y el pájaro de oro acecha una rendija para tender las alas! La princesa, ladina, finge hilar; pero aguarda que se rompa una reja... En tanto, a las lejanas estrellas dice: «Amigas, tendedme vuestra escala de luz sobre el abismo». Y las estrellas pálidas le responden: «Espera, espera, hermana, y prevén tus esfuerzos: ya tendemos la escala!» SIMPLICITAS ¡Es tan llano entenderlo todo, cuando lo oímos con humildad! jEs tan fácil mirarlo todo cuando se marcha en la soledad, dispuesta y ágil la conciencia 212 Amado Ñervo- para escuchar la confidencia de cuanto nos rodea; y, a través de la transparencia de la ingenua y simple natura, — que como niña se delata — , contemplar toda la hermosura que ella jamás recata! ...Pero nos complicamos con palabras, con clasificaciones; y así sucede que ignoramos todo, menos las expresiones \ con que al fenómeno llamamos. Viene el orgullo a complicar luego el magín, y a poco andar sale un mirífico señor, profundo en eso de ignorar (por lo cual llámanle doctor...) Pónese a disparatar sin tregua, y, como el calamar, nos va empañando en rededor la claridad de nuestro mar con su negror! ¡Cómo castigas con cegar a quien no quiere verte, AMOR! Sus mejores poemas 213 SECURITAS Murieron los QUIÉN SABE, callaron los QUIZÁ: el corazón es copa de amor, en donde cabe todo el divino vino que la esperanza da. No ignora ya la nave qué rumbo seguirá, ni desconoce el ave dónde su nido está. Murieron los QUIÉN SABE, callaron los QUIZÁ. Oh misterioso y suave AMANECER: no habrá sombra que menoscabe tus esplendores ya. Cuando una luz acabe, otra se encenderá dentro del alma grave. Murieron los QUIÉN SABE, callaron los QUIZÁ. EL ESTANQUE DE LOS LOTOS AL CRUZAR LOS CAMINOS Al cruzar los caminos, el viajero decía — mientras, lento, su báculo con tedioso compás las malezas hollaba, los guijarros hería. — Al cruzar los caminos, el viajero decía: «¡He matado al Anhelo, para siempre jamás!» «¡Nada quiero, ya nada, ni el azul ni la lluvia, ni las moras de agosto ni las fresas de abril, ni amar yo a la trigueña ni que me ame la rubia, ni alabanza de docto ni zalema de vil!» «Nada quiero, ya nada, ni salud ni dinero, ni alegría, ni gloria, ni esperanza, ni luz. ¡Que me olviden los hombres, y en cualquier agujero se deshaga mi carne sin estela ni cruz! «Nada quiero, ya nada, ni el laurel ni la rosa, ni cosecha en el campo ni bonanza en el mar. Sus mejores poemas 215 ni sultana ni sierva, ni querida ni esposa, ni amistad ni respeto... Sólo pido una cosa: ¡Que me libres, oh Arcano, del horror de pensar!» «Que me libres, oh Arcano, del demonio consciente; que a fundirse contigo se reduzca mi afán, y el perfume de mi alma suba a tí mudam.ente. Sea yo como el árbol y la espiga y la fuente, que se dan en silencio, sin saber que se dan.» DORMIR Yo lo que tengo, amigo, es un profundo deseo de dormir!... ¿Sabes?: el Sueño es un estado de divinidad. El que duerme es un dios... ^o lo que tengo, amigo, es gran deseo de dormir. El Sueño es en la vida el solo mundo nuestro, pues la vigilia nos sumerge en la ilusión común, en el océano de la llamada REALIDAD. Despiertos vemos todos lo mismo: vemos la tierra, el agua, el aire, el fuego, 216 Amado N e r v las criaturas efímeras... Dormidos cada uno está en su mundo, en su exclusivo mundo, hermético, cerrado a ajenos ojos, a ajenas almas; cada mente hila su propio ensueño (o su verdad: ¡quién sabe!) Ni el ser más adorado puede entrar con nosotros por la puerta de nuestro sueño. Ni la esposa misma que comparte tu lecho y te oye dialogar con los fantasmas que surcan por tu espíritu mientras duermes, podría, aun cuando lo ansiara, traspasar los umbrales de ese mundo, de TU MUNDO mirífico de sombras. ¡Oh, bienaventurados los que duermen! Para ellos se extingue cada noche, con todo su dolor, el universo \| que diariamente crea nuestro espíritu. Al apagar su luz se apaga el COSMOS. El castigo mayor es la vigiHa: el insomnio es destierro del mejor paraíso... Nadie, ni el más feliz, restar querría »ras al sueño nara ser dichoso. horas al sueño para ser dichoso. Sus mejores poemas 217 Ni la mujer amada vale lo que un dormir manso y sereno en los brazos de Aquél que nos sugiere santas inspiraciones... «El día es de los hombres; mas la noche, de los dioses», decían los antiguos. No turbes, pues, mi paz con tus discursos, amigo: mucho sabes; pero mi sueño sabe más... ¡Aléjate! No quiero gloria ni heredad ninguna: yo lo que tengo, amigo, es un profundo deseo de dormir... EL DIAGNOSTICO Siento un deseo agudo de partir; una trémula y nerviosa impaciencia me va invadiendo. Ansio subir al tren que marcha. El airón multiforme de las locomotoras, visto de mis balcones, aviva mis anhelos. Nunca miré a las aves con más envidia; nunca los nobles vuelos ágiles del aviador, mi espíritu movieron de esta suerte. Las nubes andariegas me hipnotizan; el viento, nuestro compadre el viento, parece que a mi oído va murmurando: «¡Márchate!» 218 Amado N e 7^ v Mi corazón redobla sus penosos latidos. No sé qué sentimiento de expectación azuza el corcel de mis ansias. Un invisible látigo parece que restalla cerca de mí, una inquieta premura sin motivo suele avivar mi paso. «Doctor, dame un diagnóstico deste mi mal...» — «¡Acaso vas a morir, poeta!» LLÉVETE YO... Lleven otros galeras de marfil por el río de la vida; otros lleven acopio de ilusión; otros, rockfellerescos tesoros, señorío... ¡Llévete yo. Dios mío, dentro del corazón! Llévete yo, Dios mío, como perla divina en el trémulo estuche del corazón que te ama; llévete yo en la mente como luz matutina; llévete yo en el pecho como invisible llama. Llévete yo en la música de todo cuanto rime; en lo más puro y noble de mi canción palpita, y sé para mi espíritu el AMIGO SUBLIME que anuncian tus palabras en el «Baghavadgita.» Sus mejores poemas i¿19 LA DIOSA Cuando todos se marchen, tú llegarás callada. Nadie verá tu rostro, nadie te dirá nada. Pasarán distraídos, con el alma asomada a los cinco sentidos. Espiando tu llegada, yo seré todo ojos, yo seré todo oídos. Tu hermosura divina no tentará el anhelo de esa caterva obscura, que nunca alzó los ojos para mirar el cielo, ni con trémulas manos quiso apartar el velo que cubre tu hermosura. Tu mirada, espaciosa como el mar, y tus labios, de donde sólo fluyen, cual versos de poetas eternos, las verdades que allá en las soledades persiguieron los sabios y oyeron los ascetas. Serán, para mí, única- mente. Diosa; no más' 220 Amado N e 7' yo besaré, temblando, la orla de la túnica que encubre las sagradas bellezas que me das. En tanto, la manada seguirá en su balido de amor y de deseo... Después se irá, apretada y espesa, hacia el establo del deleite prohibido, y a ti, la incomparable, nadie te dirá nada, nadie te habrá advertido. REMANSO jOhl jcuán bueno es pasar inadvertido, dulce Fray Luis!, que no diga ninguno: «Ahí va el eminente, el distinguido...» jQué suave regazo el del olvido! jqué silencio mullido! ¡qué remanso de paz tan oportuno! Simplemente, al arrimo de la naturaleza, madre santa, hacer la obra, dar el fruto opimo, como brinda su néctar el racimo, la fuente brota y el pardillo canta. S u s m € j o r e s p o e m a s 221 No pedir galardón ni recompensa, feliz del fruto que cuajó en la rama. Cordialmente pensar con cuanto piensa, férvidamente amar con cuanto ama. Sentirse uno por siempre con la esencia misma de la perenne creación: chispa consciente en su inmortal conciencia, y latido en su inmenso corazón. LOS MANANTIALES Lee los libros esenciales, bebe leche de leonas; gusta el vino de los fuertes; tu Platón y tu Plotino^ tu Pitágoras, tu Biblia, tus indos inmemoriales: Epicteto, Marco Aurelio... ¡Todo el frescor cristalino que nos brindan los eternos manantiales! LIBROS Libros, urnas de ideas; libros, arcas de ensueño; libros, flor de la vida consciente; cofres místicos que custodiáis el pensamiento humano 222 A m a do N e r nidos trémulos de alas poderosas, audaces e invisibles; atmósfera del alma; intimidad celeste y escondida de los altos espíritus. Libros, hojas del árbol de la ciencia; libros, espigas de oro que fecundara el Verbo desde el caos; libros en que ya empieza desde el tiempo el milagro de la inmortalidad; libros (los del poeta) que estáis, como los bosques, poblados de gorjeos, de perfumes, rumor de frondas y correr de agua; que estáis llenos, como las catedrales, de símbolos, de dioses y de arcanos. Libros, depositarios de la herencia misma del universo; antorchas en que arden las ideas eternas e inexhaustas; cajas sonoras donde custodiados están todos los ritmos que en la infancia del mundo las musas revelaron a los hombres. Libros, que sois un ala (amor la otra) de las dos que el anhelo necesita para llegar a la Verdad sin mancha. Sus m e j ore .<^ p o e m a s Libros, ¡ay!, sin los cuales no podemos vivir: sed siempre, siempre, los tácitos amigos de mis días. Y vosotros, aquellos que me disteis el consuelo y la luz de los filósofos, las excelsas doctrinas que son salud y vida y esperanza, servidle de piadosos cabezales a mi sueño en la noche que se acerca. 223 A MI HERMANA LA MONJA Sálvate tú, hermana, con tu sencillez; sálveme yo con mi complejidad... Distinta es la senda, distinta la vez, y aun siendo la misma, otra es la verdad. Sigue tras las nubes buscando el fulgor de tu antropomorfa celeste deidad, mientras yo me asomo todo a mi interior, hambriento de enigmas y de eternidad. ¡Hay algo en nosotros igual: el AMOR, y ése ha de lograrnos, al fin, la UNIDAD! 224 Amado N e ¡Salva seas, pues, tú con tu candor, salvo yo con toda mi complejidad! LA SED Inútil la fiebre que aviva tu paso; no hay fuente que pueda saciar tu ansiedad, por mucho que bebas... El alma es un vaso que sólo se llena con eternidad. ¡Qué mísero eres! Basta un soplo frío para helarte... Cabes en un ataúd; ¡y en cambio a tus vuelos es corto el vacío, y la luz muy tarda para tu inquietud! ¿Quién pudo esconderte, misteriosa esencia, entre las paredes de un vil cráneo? ¿Quién es el carcelero que con la existencia te cortó las alas? ¿Por qué tu conciencia, si es luz de una hora, quiere el sumo BIEN? Displicente marchas del orto al ocaso; no hay fuente que pueda saciar tu ansiedad por mucho que bebas... ¡El alma es un vaso que sólo se llena con eternidad! Sus mejores poemas i¿25 \ PASTOR... Pastor, te bendigo por lo que me das. Si nada me das, también te bendigo. Te sigo riendo si entre rosas vas. Si vas entre cardos y zarzas, te sigo. ¡Contigo en lo menos, contigo en lo más, y siempre contigo! L A T O N T A Permanece a la puerta largo tiempo sentada, sumergiendo en quién sabe qué abismos su mirada, y cuando los patanes se mofan de ella, y cuando le preguntan: — «¿Qué haces?» Responde: — «¡Estoy pensando! — «¡Está pensando'», todos corean con voz pronta. «¿Lo oís? ¡Está pensando Sebastiana la tonta!» Mas ella no se inmuta, y sus claras pupilas, con misterioso ahinco clávanse en las tranquilas lontananzas bermejas del crepúsculo vivo, que, sin pensar, parece cual ella pensativo... 15 226 A m a d o N e r v ¿Qué miran esos ojos fulgurantes a ratos, verdes y estriados de oro como los de los gatos? ¿Qué atisban en las nubes — ingrávidas viajeras — que pasan proyectando sus sombras en las eras? ¿Qué acechan en los cielos, qué buscan, en fin, cuando la tonta a los patanes responde: «Estoy pensando»? Su alma está en ese punto de la Circunferencia divina en que se funden la ciencia y la inconsciencia; donde los dos extremos eslabones se traban, donde empiezan los simples y los genios acaban. La madrastra la riñe sin cesar: nunca acierta la tonta a contentarla... Mas, después, a la puerta de la casucha sórdida, Bastiana se desquita, mirando con sus ojos de jade la infinita lontananza en que sangra la tarde agonizando, mientras murmuran todos: «La tonta está pensando...» LA NUBE ¡Qué de cuentos de hadas saldrían de esa nube crepuscular, abismo celeste de colores! ¡Cuánta vela de barco, cuánta faz de querube, cuánto fénix incólume, que entre las llamas sube, cuánto dragón absurdo, cuántas divinas flores! s u s iCuanto plumón de cisne, cuánto sutil encaje cuanto pavón soberbio, de colas prodigiosas, ' cuanto abanico espléndido, con áureo varillaje, cuanto nimbo de virgen, cuánto imperial ropaje cuantas piedras preciosas! ' ^ Mas ella no lo sabe, y ensaya vestiduras de luz y vierte pródiga sus oros y sus cobres para que la contemplen tan sólo tres criatura^- |un asno pensativo, lleno de mataduras y dos poetas líricos, muy flacos y muy pobres' EL POETA NIÑO Sufrió su pasión, rió su reir. cantó su canción • ••iy se fué a dormir! Se marchó risueño después de cantar, y tal es su sueño, que no tiene empeño ¡ay! en despertar. Sufrió su pasión, rió su reir, 228 Amado N e r v^ cantó su canción ...jy se fué a dormir! E L Su voz más dulce que una orquesta sin duda fué... Más que un cristal su alma fué pura y manifiesta. ¡Estar con Él, era una fiesta! ¡Morir por El, un ideal! Ha dos mil años que pasó sembrando paz, vertiendo miel, y de la tierra se adueñó. ¡Ha dos mil años que murió, y el mundo aun vive por El! EL ARQUERO DIVINO PERSEVERANCIA Cabecita esquiva, cabecita loca, eres roca viva... Pero en esa roca plantaré un jardín de suave fragancia. Si la tierra es poca, mucha es la constancia: mi perseverancia logrará su finí Aguardo... Mi nave sus velas enjunca: ya vendrá el deshielo de tu alma glacial; ya, por cada rosa que tu mano trunca, brotará un retoño, crecerá un rosal... Derrotado siempre y abatido nunca, yo, con sueños rotos, labro un ideal. 230 A m a d o N e r ...Y así marcharemos, hasta que en su día cuajen las ternuras sobre el desamor, y mi pobre boca, que sólo sabía murmurar: «mañana...», clame por fin: «¡mía!» ¡La perseverancia siempre da su flor! Sí MI AMOR ES PECADO Si mi amor es pecado, ¡ya está bien castigado! Pero, si no lo es, esta siembra de espinas, que inconsciente haces tú en mi pobre alma diariamente; esta sangre que viertes y no ves, ¡en qué compensaciones milagrosas, en qué cosecha púrpura de rosas florecerá después! DIOS HARÁ LO DEMÁS Que es inútil mi afán por conquistarte; que ni me quieres hoy ni me querrás... Yo me contento. Amor, con adorarte: ¡Dios hará lo demás! J S u s mejores p o e m a s 231 Yo me contento, Amor, con sembrar rosas en el camino azul por donde vas. Tú, sin mirarlas, en su seda posas el pie: ¡quizá mañana la verás! Yo me contento. Amor, con sembrar rosas. ¡Dios hará lo demás! PARA ENCONTRARTE Para encontrarte, ¡cuánto camino, cuánto camino tuve que hacer! Fui de la mano de mi destino, anda que anda, pero sin ver... Salvé montañas y valladares, crucé desiertos, pasé los mares, vi tantas veces amanecer, soñando siempre con la alborada azul y trémula de tu mirada. ¡Cuánto camino, mi bien amada, cuánto camino tuve que hacer! En cuántos versos tracé tu cara, sin conocerla, como si para que los leyeras más tarde, oh Bien, por ti inspirados hubiesen sido. Todos mis versos han presentido de tus miradas el claro edén. 232 Amado N e ¡Tristes, alegres, mediocres, bellos, todos son tuyos! Hazte con ellos ramos de flores, tú que eres flor, o con sus chispas y sus destellos y el oro pálido de tus cabellos, una aureola cuyo fulgor ' dé a tu cabeza, que se levanta, como un corimbo, como una rosa, nimbo de santa deslumbrador... o todavía más puro nimbo: nimbo de amor. EL día que me quieras El día que me quieras tendrá más luz que junio; la noche que me quieras será de plenilunio, con notas de Beethoven vibrando en cada rayo sus inefables cosas, y habrá juntas más rosas que en todo el mes de mayo. Las fuentes cristalinas irán por las laderas saltando cantarínas, el día que me quieras. El día que me quieras, los sotos escondidos resonarán arpegios nunca jamás oídos. Sus mejores p o e m a s 23S Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras que hubo y habrá en el mundo, serán cuando me quieras. Cogidas de la mano, cual rubias hermanitas luciendo golas candidas, irán las margaritas por montes y praderas delante de tus pasos, el día que me quieras. . . Y si deshojas una, te dirá su inocente postrer pétalo blanco: «¡Apasionadamente!» Al reventar el alba del día que me quieras, tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras, y en el estanque, nido de gérmenes ignotos, florecerán las místicas corolas de los lotos. El día que me quieras será cada celaje ala maravillosa, cada arrebol miraje de las Mil y Una Noches, cada brisa un cantar, cada árbol una lira, cada monte un altar. El día que me quieras, para nosotros dos cabrá en un solo beso la beatitud de Dios. SED... Cada día que pasa sin lograr que me quiera es un día perdido... ¡Oh, Señor, no permitas, por piedad, que me muera sin que me haya querido! jPorque entonces mi espíritu, con su sed no saciada, con su anhelo veraz, 2S4 A m a d o Ñervo errará dando tumbos por la noche estrellada, como pájaro loco, sin alivio ni paz! AL oído Con voz tenue, velada por emoción muy honda, bajo la luz discreta de la lámpara, así decía aquel poeta viril a una MIMOSA PÚDICA: su adorada: «¡No te impongan los rasgos altivos de mi cara, no temas la energía de mi mirar, que doma espíritus hostiles con su fijeza clara: yo tengo perfil de águila... y entrañas de paloma! «¡Mi garra duerme oculta bajo plumón mullido, y sólo estrangulando víboras se contrae. Mi boca nunca dice: YO QUIERO; dice: PIDO! Mi voluntad es fuerte, mas con dulzor atrae.» «Mi voz conoce todos los registros del clave; mi beso es docto y no aja ni un pétalo de rosa. Mi instinto, en los problemas de amor, todo lo sabe, con una ciencia arcana, profunda y misteriosa.» «No mires si en mis sienes hay escarcha octubreña; nuestras almas sin años hablan un mismo idioma. ¡Junta tu cara nivea con mi cara trigueña; reclínate en mi hombro sin miedo; duerme... sueña. ¡Yo tengo perfil de águila y entrañas de paloma!» Sus mejores p o e m a s 235 Y TU, ESPERANDO... Pasan las hoscas noches cargadas de astros, pasan los cegadores días bermejos, pasa el gris de las lluvias, huyen las nubes ...¡y tú, esperando! ¡Tú, esperando y las horas no tienen prisa! ¡Con qué pereza mueven las plantas torpes! Las veinticuatro hermanas llevar parecen zuecos de plomo. Esa rosa encendida ya se presiente, entre los gajos verdes de su justillo. Entre los gajos verdes su carne santa es un milagro. |Pero cuándo veremos la rosa abierta! Dios eterno, tú nunca te precipitas; mas el hombre se angustia porque es efímero. |Señor, cuándo veremos la rosa abierta! SIEMPRE ¿Y cómo harás en lo futuro versos? — Haré mis versos sin hacerlos... casi fluidos, casi inmateriales, tenues. 236 Amado N e r sin palabras apenas, o palabras que formen leve reja, delgada reja, tras la cual asome, tembloroso, mi espíritu desnudo; mi espíritu sediento y hambriento de supremas realidades; ávido de saber la sola cosa que hay que saber en vísperas de la gran travesía ... ¿Y no amarás? — ¡Ay! sí, porque he nacido para amar... Bien quisiera que a lo invisible abriese su corola únicamente el alma; pero no puedo aún: Eva sonríe, y tras ella, prendido mi deseo en el rayo de sol de su sonrisa, vuela, incapaz de detenerse, amigo! Me temo, pues, que mi postrero canto sea un canto de amor . . . jCOMO UNA MARIPOSA! Como una mariposa se para en un espino, posáronse las alas del Ensueño divino en mi alma triste y hosca. Posáronse un instante sólo; mas la espinosa Sus mejores poemas 237 planta ya nunca olvida la blancura radiante, el blando impulso trémulo, la gracia palpitante de aquella mariposa... EL CLAVO DE ORO «Clávame un clavo de oro, clávame un clavo de oro dentro del corazón, joh, tú, mujer ambigua que por mi mal adoro, clávame un clavo de oro dentro del corazón!» Así decía el trémulo estribillo sonoro de aquel juglar; así decía su canción. «¡Clávame un clavo de oro, mejor que el fiero dardo desas tus despiadadas pupilas de leopardo; mejor que la ironía de tus palabras crueles, a la cual hace coro tu sarcástica risa llena de cascabeles; mejor que tus respuestas ayunas de emoción! jOh, tú, mujer ambigua, que por mi mal adoro, clávame un clavo de oro, clávame un clavo de oro dentro del corazón!» «¡Clávame un clavo de oro, mejor que tus inquinas, mejor que tus enojos; mejor que de tus labios de rosa las espinas, mejor que los falaces topacios de tus ojos! 238 A m a d o N e r Mejor que de tus hoscos desdenes las escamas, mejor que las avispas de tantos epigramas, ante cuyo aguijón de angustia y rabia lloro! «¡Oh, tú, mujer ambigua, que por mi mal adoro, clávame un clavo de oro dentro del corazón!» todavía no Ah, no, no, todavía no te vayas, amor. Ah, no, no, todavía... En mi otoño hay fulgor, en mi cerebro lumbre. El sol mágicamente reverbera en la cumbre. Ah, no, no, todavía no te vayas, amor. Algo aprendí en la vida, y un poquito de ciencia da precio a las ternuras... Tengo mucha indulgencia para las cabecitas jóvenes; mi alegría es cordial; y aun conserva su virgen transparencia mi ingenuidad de niño (tan docta en su inocencia). Amor, no, no te vayas, quédate todavía. JS u s mejores poemas 239 A LOS CUARENTA Y CINCO Musa, a los cuarenta y cinco, hagamos, con más ahinco que nunca, versos de amor, recubriendo los otoños invasores con retoños de primaveral verdor. A fin de que las muchachas, locuelas y vivarachas, ornen nuestra soledad y a nuestro lado se encanten, que nuestros versos les canten cosas propias de su edad. Tenemos algunas canas tal vez, y arrugas... (¿tempranas?) que urge hacerse perdonar, y conviene que las bellas no reparen, ¡ay!, en ellas ,..o finjan no reparar. ¡Demos a la vagarosa rima alas de mariposa; vistamos nuestro soñar de blancos y leves tules; contemos cuentos azules, que son lindos de contar! 240 Amado N e r " ¡Nada adusto, nada serio! ¡Por hoy, reciba el misterio que nos seduce, un adiós; y en vez del vuelo aquilino, en las alas de un divino beso, vayamos a Dios! ¡Conque, Musa, ya lo sabes: en mis crepúsculos graves pon auroral resplandor, y así, a los cuarenta y cinco, haremos, con más ahinco que nunca, versos de amor! LA PUERTA Por esa puerta huyó, diciendo «¡Nunca!» Por esa puerta ha de volver un día... Al cerrar esa puerta, dejó trunca la hebra de oro de la esperanza mía. Por esa puerta ha de volver un día. Cada vez que el impulso de la brisa, como una mano débil, indecisa, levemente sacude la vidriera, palpita más aprisa, más aprisa mi corazón cobarde que la espera. Desde mi mesa de trabajo veo la puerta con que sueñan mis antojos. Sus m e j o r e s ]) o e m a s 241 y acecha agazapado mi deseo en el trémulo fondo de mis ojos. ¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo he de aguardar con la mirada incierta - a que Dios me devuelva compasivo a la mujer que huyó por esa puerta? ¿Cuándo habrán de temblar esos cristales empujados por sus manos ducales, y, con su beso ha de llegarme ella, cual me llega en las noches invernales el ósculo piadoso de una estrella? jOh, Señor, ya la Pálida está alerta; oh, Señor, cae la tarde ya en mi vía y se congela mi esperanza yerta! ¡Oh, Señor, haz que se abra al fin la puerta y entre por ella la adorada mía! ...¡Por esa puerta ha de volver un día! 16 LA AMADA INMÓVIL (POSTUMO) OFERTORIO Deas dedit, Deas abstulit. Dios mío, yo te ofrezco mi dolor: ¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte! Tú me diste un amor, un solo amor, jun gran amor! Me lo robó la muerte ...y no me queda más que mi dolor. Acéptalo, Señor: ¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!., ^ Sus mejore s j^ o e 7n a s 243 ¿LLORAR? ¡POR QUÉ! Este es el libro de mi dolor: lágrima a lágrima lo formé: una vez hecho, te juro por Cristo, que nunca más lloraré. ¿Llorar? ¡Por qué! Serán mis rimas como el rielar de una luz íntima, que dejaré en cada verso; pero llorar, ¡eso ya nunca! ¿Por quién? ¿Por qué? Serán un plácido florilegio, un haz de notas que regaré; y habrá una risa por cada arpegio. ¿Pero una lágrima? ¡Qué sacrilegio! Eso ya nunca. ¿Por quién? ¿Por qué? «MAS YO QUE YO MISMO» Oh vida mía, vida mía, agonicé con tu agonía ^ y con tu muerte me morí. 24:4: Amado Ñervo De tal manera te quería, que estar sin ti es estar sin mí! ¡Faro de mi devoción, perenne cual mi aflicción es tu memoria bendita! ¡Dulce y santa lamparita dentro de mi corazón! Luz que alumbra mi pesar, desde que tú te partiste y hasta el fin lo ha de alumbrar, que si me dejaste triste, triste me habrás de encontrar. Y al abatir mi cabeza ya para siempre jamás el mal que a minarme empieza, pienso que por mi tristeza tú me reconocerás! Merced al noble fulgor del recuerdo, mi dolor será espejo en que has de verte, y así vencerá a la muerte la claridad del amor. No habrá ni noche ni abismo que enflaquezca mi heroísmo De buscarte sin cesar. Sus m e j o 7' e s p o e m a s 245 Si eras «más yo que yo mismo», ¿cómo no te he de encontrar? Oh vida mía, vida mía, agonicé con tu agonía y con tu muerte me morí. De tal manera te quería, que estar sin ti es estar sin mí. GRATIA PLENA Todo en eüa encantaba, todo en ella atraía: su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar... El ingenio de Francia de su boca fluía. Era «llena de gracia», como el Avemaria; ¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar! Ingenua como el agua, diáfana como el día, rubia y nevada como Margarita sin par, al influjo de su alma celeste, amanecía... Era llena de gracia, como el A.vemaría; quien la vio no la pudo ya jamás olvidar. Cierta dulce y amable dignidad la investía de no sé qué prestigio lejano y singular. Más que muchas princesas, princesa parecía: era llena de gracia, como el Avemaria; quien la vio no la pudo ya jamás olvidar. 246 Amado N e r v Yo gocé el privilegio de encontrarla en mi vía dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar, y cadencias arcanas halló mi poesía. Era llena de gracia, como el Avemaria; quien la vio no la pudo ya jamás olvidar. j Cuánto, cuánto la quise! Por diez años fué mía; pero flores tan bellas nunca pueden durar! Era llena de gracia, como el Avemaria, y a la Fuente de gracia, de donde procedía, se volvió... como gota que se vuelve a la mar! FUELLA MEA! Muchachita mía, gloria y ufanía de mi atardecer, yo sólo tenía la santa alegría de mi poesía y de tu querer! ¿For qué te partiste? ¿For qué te me fuiste? Mira que estoy triste, triste, triste, triste, con tristeza tal. Sus mejores jy o e m a s 247 que mi cara mustia deja ver mi angustia, como si fuera de cristal! Muchachita mía, ¡qué sola, qué fría te fuiste aquel día! ¿En qué estrella estás! jEn qué espacio vuelas! ¡En qué mar rielas! ¿Cuándo volverás? — ¡Nunca, nunca más! SU TRENZA Bien venga, cuando viniere, la Muerte: su helada mano bendeciré si me hiere... He de morir como muere un caballero cristiano. Humilde, sin murmurar, oh Muerte, me he de incHnar cuando tu golpe me venza; ...pero déjame besar, mientras expiro, su trenza! \ \ 248 A m a d o N e r v La trenza que le corté y que, piadoso, guardé (impregnada todavía del sudor de su agonía) la tarde en que se me fué! Su noble trenza de oro: amuleto ante quien oro, ídolo de locas preces, empapado por mi lloro tantas veces... tantas veces... Deja que, muriendo, pueda acariciar esa seda en que vive aún su olor; ...Es todo lo que me queda # de aquel infinito amor! Cristo me ha de perdonar mi locura, al recordar otra trenza, en nardo llena, con que se dejó enjugar los pies por la Magdalena .. Sus m e j o r e s p o e m a s 249 ¿QUÉ MÁS ME DA? In angello cum libello. Kempis. Con ella, todo; sin ella, nada! para qué viajes, cielos, paisajes! Qué importan soles en la jornada! Qué más me da la ciudad loca, la mar rizada, el valle plácido, la cima helada, si ya conmigo mi amor no está! Qué más me da... Venecias, Romas, Vienas, Parises: bellos sin duda; pero copiados en sus celestes pupilas grises, en sus divinos ojos rasgados! Venecias, Romas, Vienas, Parises, qué más me da vuestra balumba febril y vana, si de mi brazo no va mi Ana, si ya conmigo mi amor no está! Qué más me da... 250 A m a el o Ñervo Un rínconcito que en cualquier parte me preste abrigo; un apartado refugio amigo donde pensar; un libro austero que me conforte; una esperanza que sea norte de mi penar, y un apacible morir sereno, mientras más pronto más dulce y bueno: ¡qué mejor cosa puedo anhelar! ¡QUIÉN SABE POR QUÉ! Perdí tu presencia, pero la hallaré; pues oculta ciencia dice a mi conciencia que en otra existencia te recobraré! 0' Tú fuiste en mi senda la única prenda que nunca busqué; llegaste a mi tienda con tu noble ofrenda, quién sabe por qué! Sus mejores poemas 251 ¡Ay! por cuánta y cuánta quimera he anhelado que jamás logré... y en cambio a ti, santa, dulce bien amado,, te encontré a mi lado, quién sabe por qué! Viniste, me amaste; diez años llenaste mi vida de fe, de luz y de aroma; en mi alma arrullaste como una paloma, quién sabe por qué! ...Y un día te fuiste, jay triste! ¡ay triste! ...pero te hallaré; pues oculta ciencia dice a mi conciencia que en otra existencia te recobraré! METAFISIQUEOS De qué sirve al triste la filosofía! Kant o Schopenhauer o Nietzsche o Bergson, 252 A m a d o Ñervo ¡Metafisiqueos! En tanto, Ana mía, te me has muerto, y yo no sé todavía dónde ha de buscarte mi pobre razón. ¡Metafisiqueos, pura teoría! Nadie sabe nada de nada: mejor, que esa pobre ciencia confusa y vacía, nos alumbra el alma como luz del día, el secreto instinto del eterno amor! No ha de haber abismo que ese amor no ahonde — , y he de hallarte. ¿Dónde? jNo me importa dónde! ¿Cuándo? No me importa... ¡pero te hallaré! Si pregunto a un sabio, «¡Qué sé yo!» — responde — Si pregunto a mi alma, me dice: «¡Yo sé!» EL FANTASMA SOY YO Vivants, Vflus étes des fantómes. C'est nous qui sommes les vivants! V. H. Mi alma es una princesa en su torre metida, con cinco ventanitas para mirar la vida. Es una triste diosa que el cuerpo aprisionó. Y tu alma, que desde antes de morirte volaba. S íi s mejores poemas 253 es un ala magnífica, libre de toda traba... Tú no eres el fantasma; ¡el fantasma soy soy! ¡Qué entiendo de las cosas! Las cosas se me ofrecen, no como son de suyo, sino como aparecen a los cinco sentidos con que Dios limitó mi sensorio grosero, mi percepción menguada. Tú lo sabes hoy todo...; ¡yo, en cambio, no sé nada! Tú no eres el fantasma: ¡el fantasma soy yo! CUANDO DIOS LO QUIERA Santa florecita, celestial renuevo, que hiciste de mi alma una primavera, cuyo perfume para siempre llevo: ¿Cuándo en mi camino te hallaré de nuevo? — ¡Cuando Dios lo quiera, cuando Dios lo quiera! — ¡Qué abismo tan hondo! ¡Qué brazo tan fuerte desunirnos pudo de tan cruel manera! ...Mas ¡qué importa! Todo lo salva la muerte y en «otra ribera» volveré yo a verte... — En otra ribera... sí!, cuando Dios quiera! é Corazón herido, corazón doliente, mutilada entraña: si tan tuya era (carne de tu carne, mente de tu mente, 254 Amado Ñervo hueso de tus huesos), necesariamente has de recobrarla...— Sí, cuando Dios quiera! TODO INÚTIL Inútil es tu gemido: no la mueve tu dolor. La muerte cerró su oído a todo vano rumor^ En balde tu boca loca la suya quiere buscar: Dios ha sellado su boca: ¡ya no te puede besar! Nunca volverás a ver sus amorosas pupilas en tus veladas arder como lámparas tranquilas. Ya sus miradas tan bellas en ti no se posarán: Dios puso la noche en ellas y llenas de noche están... Las manos inmaculadas le cruzaste en su ataúd, S u mejores poemas 255 y estarán siempre cruzadas: ¡ya es eterna su actitud! AI noble corazón tierno que sólo por ti latió, como a pájaro en invierno la noche lo congeló. — ¿Y su alma? ¿Por qué no viene? ¡Fué tan mía!... ¿Dónde está? — Dios la tiene, Dios la tiene: El te la devolverá quizá! iCÓMO SERÁ! Si en el mundo fué tan bella, ¿cómo será en esa estrella dónde está? ¡Cómo será! Si en esta prisión oscura en que más bien se adivina que se palpa la hermosura, fué tan peregrina, ¡cuan peregrina será en el más allá! 256 A m a d o Ñervo Si de tal suerte me quiso aquí, ¿cómo me querrá -«a en el azul paraíso en donde mora quizá? ¡Cómo me querrá! Si sus besos eran tales en vida, ¡cómo serán ^ sus besos espirituales! ¡Qué delicias inmortales no darán! Sus labios inmateriales, ¡cómo besarán! ...Siempre que medito en esa dicha que alcanzar espero, clamo, cual santa Teresa, «que muero porque no muero»; hallo la vida muy tarda y digo: ¿cómo será la aventura que me aguarda donde ella está? ¡Cómo será! S ti mejores poemas 257 LA CITA Llamaron quedo, muy quedo, a la puerta de tu casa... ViLLAESPESA. — ¿Has escuchado? Tocan la puerta... — La fiebre te hace desvariar. — Estoy citado con una muerta, y un día de estos ha de llamar... Llevarme pronto me ha prometido; a su promesa no ha de faltar... Tocan la puerta. Qué, ¿no has oído? — La fiebre te hace desvariar. ME BESABA MUCHO... Me besaba mucho, como si temiera irse muy temprano... Su cariño era inquieto, nervioso. 17 258 Amado N e r v Yo no comprendía tan febril premura. Mi intuición grosera nunca vio muy lejos... ¡Ella presentía! Ella presentía que era corto el plazo, que la vela herida por el latigazo del viento, aguardaba ya... y en su ansiedad quería dejarme su alma en cada abrazo, poner en sus besos una eternidad! EL RESTO ¡QUÉ ES! Tú eras la sola verdad de mi vida: el resto ¡qué es! Humo... palabras, palabras, palabras... mientras la tumba me hace enmudecer! Tú eras la mano cordial y segura que siempre estreché con sentimiento de plena confianza en tu celeste lealtad de mujer. Tú eras el pecho donde mi cabeza se reposó bien, oyendo el firme latir de la entraña que noblemente mía sólo fué. Sus mejores p o e m a s 259 Tú lo eras todo: ley, verdad y vida... El resto ¡qué es! NIHIL NOVUM... ¡Cuántos, pues, habrán amado como mi alma triste amó... y cuántos habrán llorado como yo! ¡Cuántos habrán padecido lo que padecí, y cuántos habrán perdido lo que perdí! Canté con el mismo canto, lloro con el mismo llanto de los dem.ás, y esta angustia y este tedio, ya los tendrán sin remedio los que caminan detrás. Mi libro sólo es, en suma, gotícula entre la bruma, molécula en el crisol del común sufrir, renuevo del Gran Dolor: ¡Nada nuevo 260 Amado N e ' r v bajo el sol! ...Mas tiene cada berilo su manera de brillar, y cada llanto su estilo peculiar. CUÁNTOS DESIERTOS INTERIORES! ¡Cuántos desiertos interiores! Heme aquí joven, fuerte aún, y con mi heredad ya sin flores... Némesis sopló en mis alcores con bocanadas de simún. De un gran querer, noble y fecundo, sólo una trenza me quedó... ¡y un hueco más grande que el mundo! Obra fué todo de un segundo. ¿Volveré a amar? ¡Pienso que no! Sólo una vez se ama en la vida a una mujer como yo amé; Y si la lloramos perdida queda el alma tan malherida, que dice a todo: — «¡Para qué!» s u s 771 e j O r es p o e m a s 261 Su muerte fué mi premoriencia, pues que su vida era razón de ser de toda mi existencia. Pensarla, es ya mi sola ciencia... ¡Resignación! ¡resignación! BENDITA... Bendita seas, porque me hiciste amar la muerte, que antes temía. Desde que de mi lado te fuiste, amo la muerte cuando estoy triste; si estoy alegre, más todavía. En otro tiempo, su hoz glacial me dio terrores; hoy, es amiga. ¡Y la presiento tan maternal!... Tú realizaste prodigio tal! ¡Dios te bendiga! ¡Dios te bendiga! AL ENCONTRAR UNOS FRASCOS DE ESENCIA ¡Hasta sus perfumes duran más que ella! Ved aquí los frascos, que apenas usó 262 Amado N e r y que reconstruyen para mí la huella sutil que en la casa dejó... Herméticamente encerrada la esencia en sus pomos, no se escapará. ...Mientras que el espíritu de mi bien amada, más imponderable, más tenue quizá, voló de sus labios: redoma encantada, |y en dónde estará! YO NO DEBO IRME... Yo no debo irme: tengo de esperar hasta que la muerte me venga a llamar. ¡Tengo de esperar! ¡Cuánto tarda, cuánto! ...Pero el tiempo corre y a veces escucho, cerca de mi torre, entre las tinieblas, cauteloso andar. ...Mucho tarda, pero tiene de llegar. Rejas insidiosas, rejas que vedáis para mí la vida, que cuadriculáis para mí los aires; impasibles rejas, duras a mis dedos, sordas a mis quejas: habrán de limaros mis firmes anhelos, y quizá una noche me abriréis los cielos. Sus mejores p o e m a s 268 Mucho, tal vez mucho tengo de esperar, pero al fin la muerte me vendrá a llamar. RESURRECCIÓN Yo soy tan poca cosa, que ni un dolor merezco... Mas tú. Padre, me hiciste merced de un gran dolor! Ha un año que lo sufro, y un año ya que crezco por él en estatura espiritual. Señor! ¡Oh Dios, no me lo quites! El es la sola puerta de luz que yo vislumbro para llegar a Ti! El es la sola vida que vive ya mi muerta: mi llanto, diariamente, la resucita en mí! ¡REYES! Oh Reyes, me trajisteis hace un año un presente excepcional: ¡un gran dolor! Fuisteis conmigo pródigos, cual monarcas de Oriente, Baltasar, Gaspar y Melchor. Durante las tristísimas horas de vuestra noche, terribles horas de expiación, mi solo bien, mi frágil azucena, su broche plegaba ya sin remisión. 264 A 771 a d o N e r Todo fué inútil: llanto, plegarias. Y al siguiente día, vi agostarse mi flor. Fuisteis conmigo pródigos, monarcas del Oriente; vuestros tres dromedarios trajéronme el presente más grande, oh Baltasar, oh Gaspar, oh Melchor. HASTA MURIENDOTE Hasta muñéndote mi hiciste bien; porque la pena de aquel edén incomparable que se perdió, trocando en ruego mi vieja rima, llevó mis ímpetus hacia la cima, pulió mi espíritu como una lima y como acero mi fe templó. Hoy, muy dolido, mas ya sereno, por ti quisiera ser siempre bueno; de los que sufren tengo piedad; en mi alma huérfana sólo Dios priva, nada mi vuelo mental cautiva, y es mi esperanza cuál siempreviva que se abre a un beso de eternidad! Sus mejores p o e 7n a s 265 BIENAVENTURADOS (Bienaventurados, bienaventurados, los dignificados por la dignidad glacial de la muerte; los invulnerables ya para los hados una y misma cosa ya con el Dios fuerte! ¡Bienaventurados! Bienaventurados los que destruyeron el muro ilusorio de espacio y guarismos; los que a lo Absoluto ya por fin volvieron; los que ya midieron todos los abismos. Bienaventurada, dulce muerta mía, a quien he rezado como letanía de fe, poesía y amor, estas páginas... que nunca leerás! Por quien he vertido, de noche y de día, todas estas lágrimas... que no secarás! 266 Amado Ñervo QUEDAMENTE... Me la trajo quedo, muy quedo, el Destino, y un día, en silencio, me la arrebató; llegó sonriendo; se fué sonriente; quedamente vino; vivió quedamente; queda... quedamente desapareció! VARIAS RUBÉN DARÍO Ha muerto Rubén Darío, ¡el de las piedras preciosas! Hermano, cuántas noches tu espíritu y el mío, unidos para el vuelo, cual dos alas ansiosas, sondar quisieron ávidos el Enigma sombrío, más allá de los astros y de las nebulosas. Ha muerto Rubén Darío, ¡el de las piedras preciosas! Cuántos años intensos junto al Sena vivimos, engarzando en el oro de un común ideal los versos juveniles que, a veces, brotar vimos como brotan dos rosas a un tiempo de un rosal! 268 A m a d o N e r v Hoy ya tu vida, inquieta cual torrente bravio, en el mar de las Causas desembocó; ya posas las plantas errabundas en el islote frío que pintó Bocklin... ¡ya sabes todas las cosas! GOOD NIGHTl Buenas noches, Vanidad; es tarde... Mi puerta cierro. Yo estoy — ¡cosas de la edad!- muy bien en mi soledad, con Dios, un libro y un perro. ¡Buenas noches, Vanidad! A LOS POSTRES Me decia la niña querida: «Yo quisiera morir para ver...» Y soliale yo responder: «Niña, asoma primero a la vida tu curiosidad de mujer... Niña, asoma primero a la vida tu curiosidad; Sus mejores poemas 269 acepta el banquete, pues se te convida. Ya dirás después: «¡Todo es vanidad!» Pero lo dirás cuando la comida esté consumida; lo dirás a los postres, ¿verdad?» A UN POETA OBSCURO Hay gentes que nacieron para la luz del día, y hay otras que nacieron para un vago fulgor: tú vas en la penumbra vertiendo poesía, y nadie te conoce, y en la América mía, tus íntimos afirman que eres un «dios menor...» En cambio, ¡qué de bombos para algunos, qué vivos lucires de reclamos, de popularidad! ¡Cómo, en su honor, los diarios esponjan adjetivos! Tus versos, entretanto, se embozan, pensativos: ¡tal vez en tu sepulcro florezca la verdad! LA FEA Pobre don Juan aturdido que, con el mostacho erguido, pensaste a mi dueña hurtar, 270 Amado Ñervo y, por fea, la has huido, \ el asedio al empezar. ¡Tonto! ¡La que te has perdido!... Tiene un encanto escondido, que sólo yo sé gustar. Un encanto que está hecho de muchas cosas al par; que te deja satisfecho * cuerpo y alma, sin cansar. Un encanto muy difícil, muy difícil de explicar. Vete a requerir de amores otras, según tú, mejores. Fea es mi dueña de atar, y lo digo sin empacho: no merece tu mostacho oloroso y militar. Poco te habría lucido; y en el Club, en tu cotarro, no te pudieras jactar. Déjasela a su marido... (Tiene un encanto escondido que sólo yo sé gustar.) Pasa, y ninguno la mira ni la requiebra al pasar. Todos van tras la mentira de un rostro de buen mirar. ...Y yo, con mi preterido bien, me marcho complacido. Sus mejores p o e m a s 271 pues me dejan saborear con el alma y el sentido, aquel encanto escondido que nadie supo gustar. •EL LIRIO CÁRDENO En el jardín del Alcázar luce un gran lirio morado, un gran lirio cuya pompa las demás flores humilla, y que en su altivez enhiesta parece un abanderado que majestuoso enarbola el pendón real de Castilla. No hay reyes ya, ni hay infantes que por los sitios umbrosos discurran como en las tardes de otros tiempos discurrían, comentando bellos lances venatorios o amorosos y ostentando, a las miradas de los villanos ingenuos, «aquellas ropas chapadas que traían». La sala de Alfonso el Sabio luce grecas de oro viejo y hay un balcón donde el cielo miraba el Rey, que al saber los absurdos del sistema tolemaico, muy perplejo pensó que si le llamara Dios a su santo Consejo antes de construir el mundo... mejor le hubiera de hacer. ¡Cuántas «acordadas músicas» aquestos muros oyeron! ¡Cuántas trovas estas torres en la quietud oportuna!... Y estas grises galerías ¡cuántas veces pasar vieron la majestad desdeñosa de don Alvaro de Luna! En los campos melancólicos los ciervos vienen y van, 272 Amado Ñervo y parece que, añorando las dulces cosas que fueron, nos murmuran al oído: «¡Qué se hizo el rey don Juan!... Los infantes de Aragón ¡qué se hicieron!» LA ESCENA INMEMORIAL * En el recogimiento de su celda, la anciana Teresa (nueve lustros de amor inmaculado) platica con su Cristo. La luz de la ventana reverbera en la cárdena faz del Crucificado. Tarde glacial de Avila... Inicia una campana con una dulce esquila su gran diálogo alado. — «¡Señor, dice Teresa, por ti todo martirio me es dulce; padecer quiero o morir, Señor!» Y al expresarlo, enciéndese su palidez de lirio, sus brazos, castamente, ciñen al Salvador. Los ojos del Maestro tienen más luz que Sirio, y cada llaga se abre como divina flor. S íi s mejores poemas 273 A D'HALMAR Sobre tu frente gravita la infinita pesadumbre secular. Buscas tu ensueño ultrahumano en tierra lueñe, en mar lejano; ¿lo encontrarás? Hermano extraño, errabundo, ¿de qué estrella has caído al mundo? ¿Sabes, siquiera, dónde estás? Hacen cruz nuestros caminos, bebamos juntos los vinos del adiós. Yo te emplazo en una cita sobre la arena infinita sideral... 18 índice Habla el poeta Soneto de Rubén Darío PERLAS NEGRAS ¿Por qué tan orrave la muchachita? Ya la noche se acerca En rica estancia de aristocrática... Allegro vivace Cuando el sol vibra su rayo POEMAS La-haut La Hermana Melancolía Madrigal Heterodoxo Tenue Andrógino Ayer El Viejo Sátiro Pá£. 7 9 10 11 13 15 16 18 19 20 22 23 24 25 276 A m a d o N V Sonetino La Amada El Amado ... La Hermana Agua Pág. 25 26 27 28 EL ÉXODO Y LAS FLORES DEL CAMINO Primera Página En Bretaña 40 41 Viejo Estribillo Una Flor del Camino 42 43 Una Flor del Camino 43 Diafanidad 44 En Flandes 46 En Bohemia Alma de Italia 48 48 Ainó Ackté Ródeuse 49 50 Y el Budha de basalto sonreía... 50 Esperanza Glosa ... 51 53 LIRA HEROICA La Raza de Bronce LOS CINCO SENTIDOS (CANCIONES ESCOLARES) 54 Niñito, ven... 63 S u mejores -p o e m a s 277 Las Bodas de la Mariposa El Puente jBuen viaje! Duérmete ya ... Noche Buena Ya llegfó Abril La alegre canción de la montaña Pág. 64 67 67 68 69 70 72 místicas Gótica Apocalíptica A Raneé, reformador de la Trapa Mater alma Transmigración ... Delicta carnis Antífona A Sor Quimera A Felipe II Anathema sit A Kempis Poetas Místicos A la Católica Majestad de Paul Verlaine Venite, adoremus Un Padre Nuestro Pondera lo intenso de la futura vida interior 74 75 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 88 89 90 92 278 A 771 a el o Ñervo Pág. LAS VOCES De los Poemas Panteístas 93 LOS JARDINES INTERIORES Expone la índole del libro 114 Nocturno 115 Triste 116 La Canción de Flor de Mayo 117 Vaguedades 119 El metro de doce 120 Como blanca teoría por el desierto 121 Pasas por el abismo de mis tristezas 122 Yo vengo de un brumoso país lejano 123 Quién es Damiana '■ 123 Esta niña dulce y grave 126 Nuestro Amo está expuesto 127 Devuelta 130 Tan rubia es la niña que... 131 Cuando llueve... 132 Damiana se casa 132 EN VOZ BAJA. Alma, ven a mi alma sin ruido 134 Quisiera 134 Silencio 133 No le habléis de amor 135 Vieja Llave 136 Sus mejores poemas 279 Pág. Hojeando estampas viejas 139 Rueg-o 140 Tel qu'en songe 140 Tal vez 141 Es un vago recuerdo 142 La Bella del Bosque Durmiente 143 Languideza 144 En la Roca más Hostil 145 Deprecación a la Nube 148 Visión 148 Novissima verba 150 ¡Muerta! 151 Al Viento y al Mar 153 A un Prometeo 154 ¡Está bien! 155 Papá Enero 156 Panorama 157 Mis Muertos 158 Trao^edia ISQ No me mueve mi Dios para quererte 160 Epitalamio 161 El Viejo Solar 164 SERENIDAD Autobiografía 166 Primera Página 167 Mediunmidad 167 Solidaridad 168 280 m a d N V Pág. La Montaña 169 Venganza ... 170 Vía, ventas et vita ... 171 Éxtasis ... 172 Llegó el Otoño ... 173 Renunciación ... 174 Fidelidad .. 175 Serena tu espíritu ... 176 Yo no soy demasiado sabio ... 177 Ultravioleta ... 177 Sol .. 178 Comunión ... 179 Soñar es ver .. 179 De pasada .. 180 ¡Oh, la rapaza! .. 181 Nocturno Parisiense .. 182 Los cuatro Coroneles de la Reina .. 183 ¡París! .. 185 Whisky and soda .. 186 Silenciosamente .. 187 Cobardía .. 187 Pájaro Milagroso .. 188 El Convento .. 190 Supremo Arrullo .. 190 Sí, Pobre Viejecita... r .. 191 ELEVACIÓN Lugar Común 192 S u mejores p o e m a s 281 ¡Oh santa pobreza! ¡Renombre! £1 don Todo yo Amable y silencioso En paz Expectación El castaño no sabe Si una espina me hiere... Callemos iOh dolor! Sicut naves Ya no teng-o impaciencia Pecar Si tú me dices «¡Ven!» .. La Mejor Poesía Dios te libre, poeta ¿Que estás haciendo, Rosa. Espacio y Tiempo Simplicitas Securitas Páff. 194 195 196 197 197 198 199 200 201 201 203 203 205 205 206 207 208 209 210 211 213 EL ESTANQUE DE LOS LOTOS Al cruzar los caminos Dormir El Diagnóstico... Llévete yo La Diosa 214 215 217 218 219 282 m a d N V Remanso Los Manantiales Libros A mi Hermana la Monja La Sed Pastor La Tonta La Nube El Poeta Niño Él 220 221 221 223 224 225 225 226 227 228 EL ARQUERO DIVINO Perseverancia 229 Si mi amor es pecado... 230 Dios hará lo demás 230 Para encontrarte 231 El día que me quieras 232 Sed 233 Al oído 234 Y tú, esperando... 235 Siempre 235 ¡Como una mariposa! 236 El Clavo de Oro 237 Todavía nó 238 A los cuarenta y cinco 239 La Puerta 240 S u mejores poemas 283 LA AMADA INMÓVIL Pág. Ofertorio ¿Llorar? ¡Por qué! «Más yo que yo mismo» Gratia plena ¡Fuella mea! Su Trenza ¿Qué más me da? ... ¡Quién sabe por qué! Metafisiqueos , El fantasma soy yo... Cuando Dios lo quiera . Todo inútil ¡Cómo será! , La Cita , Me besaba mucho El resto ¡qué es! Nihil novum... ¡Cuántos desiertos interiores! Bendita Al encontrar unos frascos de Yo no debo irme... Resurreción ¡Reyes! Hasta muñéndote . Bienaventurados Quedamente... esencia 242 243 243 245 246 247 249 250 251 252 253 254 255 257 257 258 259 260 261 261 262 263 263 264 265 266 2 t o c/> o - < co CU o UJ o z < ,,_ ce T—